jueves, 28 de marzo de 2024

Suggest, ask, tell

I’m used to suggest. Mainly at the very first approach.
Once I feel confident enough, I move from suggest to tell.
Although my polite manners may make it look different, I always tell you, never ask.

And in return, on My Domain you are always expected to ask, never tell me.

Be sure to behave properly. As you are told to do.

domingo, 17 de marzo de 2024

Los bdsmeros engañan

Las apariencias engañan. Es normal. La semántica de aparentar está ligada a engañar, así que la expresión es un pleonasmo canónico.

A mayores, aparentar es parte de la religión laica que lo invade todo, una parte esencial de ese mentidero virtual que conforman las redes sociales, ámbito del cual este espacio forma parte.

Ergo, como red social, este escaparate engaña, y sus usuarios, aparentan y engañan. Como la mayoría se autotitulan lo que coloquialmente “bdsmeros”, podemos concluir que los “bdsmeros” engañan.

Es verdad. Lo que veo aquí son figuras aparentes con ínfulas de ser y mostrar lo que pretenden. Qué buena definíción para “bdsmero”.

Si alguien llegó hasta aquí, igual se pregunta a qué viene esta aparente disgresión (cuidado, que aparentar es polisémica). Es sencillo. En un primer momento iba a titular el escrito “El BDSM engaña”, pero caí en la cuenta que no es así. Al contrario, el BDSM, sobre todo si no tiene aditivos, no engaña. No, al contrario, te suele lanzar tu propia verdad a la cara (o una de tus caras, que por mucho que digan los mediocres limitados, es posible tener más de una). Y lo hace con dureza descarnada, sin endulzar la esencia.

Es por ello que el BDSM no engaña. Y los “bdsmeros”, sí.

Quizá por eso hay tanta apariencia y tan poca verdad. Verdad de la mía, por supuesto. Y de los que la desean como yo.

Como me dijo una mujer muy sabia en mis comienzos, “ de verdad, somos muy pocos”. Aún hoy, sigue teniendo razón.

lunes, 11 de marzo de 2024

Se me va la mano

 

Mira que soy un tipo templado. Tanto que hay quien me tiene por frío. Yo creo que no es para tanto, pero claro, si más de una te ve de esa manera, algo habrá.

Así que temple, y frialdad. También paciente, dicen.

Será verdad. Y si es así ¿cómo es posible que se pueda ir la mano? Desde luego, me encanta sacarla a pasear. No sé si más de la cuenta, pero desde luego, mucho. A veces, la tentación es inevitable, el estímulo es inevitable, el acto es inevitable. Y ocurre. Ocurre que los dedos acarician la suave piel del cuello. O el dorso de la mano recorre sin apenas rozar el contorno del cuerpo, el interior de los brazos desnudos, la curva de la cadera, el señuelo marcado de los pezones, en un intercambio de incitaciones, más que lascivas, perversas.

Aunque no es solo sutileza lo que anima el movimiento. En ocasiones el puño, casi crispado, agarra con fuerza el pelo. O trata de cerrarse sobre la garganta, apretando con intensidad mientras fijo inequívocamente la mirada, en preludio quizás a una bofetada que da aún más tono a las mejillas y humedad a los muslos.

Y ya, una vez abierta la mano, se escurre bajo la falda, obligando a separar las piernas, dibujando pliegues bañados en viscoso calor, hurgando a la vez en las hendiduras y los demonios, mezclando el frío de los ojos con el calor de la carne palpitante y el ardor de la mente doblegada.

Si, se me va la mano, sin que pueda hacer nada por evitarlo.

Pero esto, viendo cómo, a pesar de todo, sonríes, no puede ser pecado ¿verdad?

lunes, 26 de febrero de 2024

La sencillez y lo imposible

Alguien con quien intercambio correos, me solicitó lecturas sobre el protocolo. A consecuencia de ello, volví a revisar algunas ideas fundamentales. Una de ellas es que el protocolo es una herramienta, y no tiene contenido por si mismo. Tiene sentido en un ámbito que requiera de unas reglas que regulen el traspaso de información. 

Las relaciones de dominación/sumisión, en esencia y desprovistas de toda la carga accesoria y reivindicativa de elementos externos que se les ponen tan alegre encima, son algo extremadamente sencillo. Es una simple relación jerárquica por principio. El protocolo no hace más que dar un cauce a esa autoridad a la que da forma la jerarquía, ya sea aceptada, percibida, impuesta o la mezcla de los tres en cualquier proporción.

Por eso, más que lecturas sobre protocolo, prefiero las que muestran con claridad la relación vertical de autoridad y poder.

Hay dos libros que para mí son ilustrativos.

-El Ama, memorias de una dominatriz, de Francoise Foucault.

-Grushenka, tres veces mujer, anónimo.

Con esos dos libros más el de Jay Wiseman (BDSM, las prácticas y su significado), es posible disponer de una buena base para orientar la inquietud y el deseo desde la teoría a elementos tangibles, que permiten dar forma a lo que son sensaciones e impulsos poco concretos e imaginados.

Hay una cuarta obra, que resulta un maravilloso corolario a lo que proporcionan estas tres. Se trata de "El amante lesbiano", de José Luis Sampedro .Pero no conviene siquiera anticiparla antes de haber leído las primeras.

El amor a Dios

Me miró profundamente a los ojos, con la placidez que sólo es posible desde la calma absoluta. Una calma que nació de haber conseguido encarnarse en aquello que jamás imaginó que sería capaz de aceptar. Y entonces lo dijo. Usó una fórmula aparentemente dubitativa para reflejar la inabarcable certeza. Tan inmensa, tan definitiva, que, ahora lo sé, no supe asimilarla por completo.

Fallé. Me quedé con las palabras, y no con lo que decían. Así fue cómo, después de haber creado lo más perfecto que construí jamás, quedé superado por la magnitud de mi propia obra. Podría decir que fue un momento de debilidad, de ofuscación pasajera o falta de sensibilidad momentánea, pero no. Fallé del modo que nunca creí que lo fuera hacer, lo único que no me podía permitir. Dejé de observar, dejé de anticipar, dejé de guiar y me quedé en la comodidad de la literalidad, sin saber ver más allá de lo que parecía evidente y no lo era en modo alguno, aunque "tenía que haberlo sido".

Pese a que la ocultó admirablemente, noté la decepción, y en vez de abrir los ojos, persistí en seguir siendo vulgarmente literal. Ahí murió su Dios, y toda razón para ser aquello que en un principio negana que pudiera ser. Es fácil tener el amor de un Dios, sólo hay que alabarle, honrarle, y adorarle. Pero mantener el amor a Dios exige que éste no deje de ser alabable, honrable, adorable, ni tan siquiera por un segundo.

Dios perdonará tus dudas, pero tú nunca perdonarás que dude a Dios. Y mucho menos después de entregarte entera a Él.

Sólo es duro ser Dios para quien no lo es.

Una vez

 

Una vez puede ser suficiente, puesto que hay experiencias que no se deben vivir.

Ninguna vez puede ser suficiente, pues hay vivencias que es obligado experimentar.

La oportunidad de sufrir daño resulta así de caprichosa. Puede bastar una vez, o ninguna.

No te duermas, no ses que cuando despiertes ya no exista, y pierdas la ocasión. O dejes de perderla.

sábado, 17 de febrero de 2024

Infinito potencial

No sé cómo llego a apreciarlo, pero lo veo. Normalmente, casi a primera vista. Me basta con observar unos instantes, provocar una respuesta, crear un estímulo, insinuar con levedad, o lanzar una sutil incitación. No importa el medio que utilice, de hecho es casi una excusa para confirmar sin duda lo que me llama calladamente a gritos.

Entonces, toca mostrarte lo que aún no sabes que tienes, por mucho que tu intuición te esté indicando que lo posees. Tienes dos opciones, dejarte enseñar o guiarte por las pautas que escribieron los que no saben de lo que te estoy hablando.

Cuando veo que crees que lo que quiero es echarte un polvo, veo que escogiste el segundo camino, el fácil.

Qué pena me dan los potenciales enterrados en los prejuicios de las mentes ciegas.