miércoles, 24 de julio de 2024

La musa de la elegancia

Se caracteriza por una incomodidad existencial, no sé si fruto de la enfermedad, la incapacidad intelectual o la disfunción cognitiva. Probablemente una mezcla de las tres.

Como cerraron los frenopáticos, campa a sus anchas por el mundo virtual, acogida en consignas de ambientes tribalistas basados en la emotividad desaforada, a falta de bases más sólidas en las que desarrollar el carácter.

Como criaturas de Dios, también hay que quererlas, es lo más cristiano.

Aunque no creo que los agnósticos estemos obligados a tanto.

 

Inspirado por oki, musa supuestamente creativa, divertida e ingeniosa. Lo que es no tener abuela.

martes, 23 de julio de 2024

De asimilación y deseo

"Entiendo, pues sí, lo más duro siempre es aceptar los propios deseos."

No es la aceptación del deseo. Es más duro aceptar a lo que te llevan los propios deseos.

Un matiz sutil.

 

Te pierde el juego

Prefiero que te pierda el instinto, que tu voluntad no quiera contradecirle y que tu mente no pueda evitarlo.

jueves, 18 de julio de 2024

Placer

El placer nace de ti, para mí.
De mí, para ti.

Tan sencillo como el aire y respirar, el agua y la sed, la caricia y el calor, el placer del dolor.

Es sencillo, o no es. Sin más.

martes, 9 de julio de 2024

Ella no es así

Recuerdo bien nuestros juegos. 

Empezaron siendo nocturnos. 

En noches calurosas de verano. Luego se ampliaron en tiempo y espacio.

Dibujábamos momentos de quietud y densidad, como sacados de una de las obras de Tennessee Williams, con un ambiente sofocante en el que se palpa la humedad y el olor a sexo y deseo.

Podía captar su humedad. Incluso su aroma, a pesar de la distancia. Notaba como todo ello estaba originado por tenerme a mí al otro lado. Ella no es así, o al menos, no era así. La idea bailaba en su cabeza, y aunque no la dejaba ver, yo era capaz de verla. Hasta entonces, nunca creí que fuera posible semejante realimentación, sin contacto visual, físico, sin cercanía. Y ella tampoco. Tuvimos que cambiar de parecer, los hechos no admitían matices en ese aspecto. Así que no era así, pero empezó a serlo, y no sólo no quería evitarlo, es que no podía hacerlo. Aunque prefería pensar que lo que hacía era por voluntad propia, sabía que no era así. Y que yo lo sabía también.


Eso era lo que más le ponía, la conciencia clara de la inevitabilidad. Es curioso como lo que parece secundario es en realidad la causa primera de la excitación, el deseo y el ansia. No era en su caso tanto lo que le pudiera obligar a hacer sino el saber que no podría evitar que lo hiciera. Fuera lo fuera. Con el tiempo, ese fuera lo que fuera llegó a ser casi infinito. El bucle que nos realimentaba parecía no tener fin, y amenazaba con tragarse toda la energía del universo.

Llego a hacer cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. En cualquier momento y lugar. Algunas, rozando el límite de lo explícito, aunque cualquier espectador que tuviera una visión entrenada se daría cuenta al instante de lo que estaba ocurriendo.

Y fue así como pasó de no querer decirme, por vergüenza, de qué color llevaba la ropa interior a masturbarse pegada a un ventanal con las tetas pegadas al cristal, asomada a una calle con considerable presencia de transeúntes.  La vecina de la puerta de lado, la mujer que trabaja ahí a la vuelta, la que va a comprar o a hacer sus recados. La rubia voluptuosa a la que más de uno, y más de una, quiere follarse, va paseando con el coño mojado, los pezones disparados y sin ropa interior, pendiente de qué le va a tocar a hacer.

Menos mal que ella no era así.



sábado, 6 de julio de 2024

Tokio blues

 

Lo leí, hace años. Lo tengo en la biblioteca. Me lo recomendó alguien con quien comparto una afinidad profunda que va mucho más allá de la complicidad perversa.

Y casi, pero no. La sensación que me quedó al acabarlo me recordaba la cantinela de un cuento infantil que me contaba mi abuela, "....y al final, amagar, amagar y no dar." Probé con otro libro del ahora insigne nobel, y fue igual. Un tejido de añagazas bien trenzadas tendentes a crear una complicidad basada en los recuerdos de lo que no llega a ocurrir. Un maestro en la creación de ambientes de aspiración elitista (jazz, memorias, estilo, introspección, esencialidad, sensaciones, espiritualidad material) ideales para desarrollar una emotividad virtual, aparentemente conectada con deseos y demonios innominados que sin embargo nunca llegan a ser.

El autor es hábil, se adapta a su público potencial, al espíritu de su tiempo. No hay nada que digerir, nada que pensar, nada que calibrar, nada que sopesar. Ofrece emociones enlatadas que parecen salir de lo esencial y no son más que píldoras fácilmente digeribles con sabor a autenticidad de asimilación inmediata. Porque no ocurre nada.

La diferencia que hay entre un yogurt de fruta y uno con sabor a fruta. Parecen iguales, pero no.

Yo deseo morder la fruta, no me conformo solo con el aroma de su sabor. La nada no requiere asimilación. La sustancia, sí. Pero claro, eso Al menos lleva tiempo.

Yo lo tengo.

¿Lo tienes tú?

viernes, 5 de julio de 2024

El muslamen de cada mañana

Desayunamos juntos casi a diario. Y eso es lo que sabemos el uno del otro. Bueno, hay datos contingentes que también compartimos, como es la hora de desperezarnos, el gusto por el café al aire libre, ligeros de ropa, apurando el frescor de la mañana leyendo cada uno quién sabe qué, ella con un cigarro, yo no.

Hace años ya que vivimos frente con frente. Como con algunas otras cosas, la quietud encerrada a la nos obligó la pandemia fue la que nos hizo tomar conciencia de nuestra existencia. Hasta entonces, no creo que fuéramos capaces de reconocernos fuera de nuestro escenario matinal. Pues ese es el lugar que en cierto modo compartimos.

Su balcón al sol de levante es una tentación insuperable, y así, ya desde las fechas más amables de la primavera aprovecha para adquirir un moreno bronceado que pronto se fija en su extremadamente blanca piel. Inmersa en un juego de exhibición cálida y práctica, adopta la pose necesaria para que no haya espacio de cintura para abajo que no quede expuesto a la agradable radiación solar. Sus piernas desnudas, en ocasiones cubiertas hasta donde llegan un camisón corto o una camiseta larga, se ofrecen en un esplendor luminoso al que los aromas exhibicionistas que la adornan añaden matices que quedan a la discreción del observador.

Sé, ambos sabemos, que fuera de ese escenario la magia de estos momentos carece de todo fundamento, y quizá es mejor así, pues aparte de la complicidad breve de cada mañana, los mundos de cada uno siguen órbitas diferentes que difícilmente ofrecerán mejor aproximación que en esos instantes disfrutamos.

La sonrisa con la que cada uno se levanta a comenzar el resto del día es la prueba de ello. Y no necesitamos nada más.

 

martes, 2 de julio de 2024

Infinito asombro

Es ya algo inefable.

Mira que de cuando en cuando leo algo que me hace pensar que no es posible decir una estupidez mayor, que resulta imposible un grado superior de desvergüenza para exhibir impúdicamente la absoluta falta de gusto, sensibilidad, temple, inteligencia o carácter, que autodeclarados apóstoles de la bondad alardeen de una inmoralidad inimaginable sin recato alguno....mira que tamaños logros se antojan insuperables....y cuatro textos más allá, aparece otro que deja en anécdota a los anteriores.

Dios mío....¿habrá un final?

La estupidez infantiloide a la que lleva el afán de protagonismo nunca dejará de asombrarme. Infinitamente.