viernes, 8 de noviembre de 2024

Predicción inducida

 

Leo en un escrito:

"El campo de las emociones es difícil de predecir".

Realmente no, no es difícil, pero deja demasiado al azar. Es por tanto un error tremendo hacerlo. No hay que permitir tal grado de libertad, y por lo tanto de indeterminación. Hay que inducir, dirigir, determinar la respuesta emotiva. Como cualquier otra.

Sólo así el dominio es eficaz.

Pero desgraciadamente, se estila poco, tanto por parte de quién ha de inducir como por quién es manejado. Quizá por falta de capacidad.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Todo en orden

 

Sí, todo está en orden. Aunque no sé si me gusta el orden actual de las cosas.

Me gusta más poner orden que el orden.

Este no es mi orden. Y aunque fuera mío, tampoco me agrada que dure demasiado. Acabo por querer poner otro orden.

Creo que prefiero ir a llegar.

domingo, 3 de noviembre de 2024

La verdad

 

“Sólo te digo la verdad”

Esta afirmación es muy común. Es cierto que en ocasiones se trata de una frase hecha que suele usarse para enfatizar un razonamiento o una opinión. Pero cada vez la veo más presente en respuestas que la tienen como argumento principal. Algo así como , “no, estás equivocado, la verdad es ésta porque lo digo yo, lo pienso yo, lo decido yo”. Y no hay opción a la discusión, toda vez que quien la proclama se sitúa en un estado de superioridad moral que no admite réplica.

Si tamaña seguridad procediera de mentes claras, cultas, formadas, reflexivas y capaces, tendría un mínimo de respaldo esa actitud. Claro que son precisamente quienes poseen una mente clara, culta, formada, reflexiva y capaz quienes no necesitan imponer sin explicación, y no temen por tanto exponer sus afirmaciones a debate, contraste, juicio y crítica. Porque, además de ser capaz de defender razonadamente su posición, si llegado el caso se consideraran en un error, su propia naturaleza y preparación les proporcionan los medios para asumirlos y adaptarse.

Pero no, no es el caso. La mayoría de las veces, tan emotiva imposición procede de elementos que fluctúan entre la baja autoestima, el sectarismo, los complejos, el dolor, la animosidad , la limitación para el razonamiento, el comportamiento gregario, el espíritu de piara y el miedo a lo que no pueden asimilar o simplemente ver. Ser regidos por una conducta dirigida por las emociones (que no el instinto), de categorización básica, primaria, incapaces de construir, observar, racionalizar, ya sea por pereza o por falta de los necesarios atributos mínimos para ello. Una conducta más animal que humana.

Casi siempre escudados en esa coartada emocional, que suelen proclamar auténtica, que les da la comodidad de no tener que pensarse y cuestionarse. El triunfo de la fe, entre quienes además suelen mostrarse ferozmente anticlericales, y no son más que apóstoles de su propio credo o de alguno prestado que encaja con su necesidad de sensibilidad gregaria.

No digo que esto sea verdad, claro. Aunque ciertamente, me lo parece. Y mucho.

As good as new

Pero mucho mejor. Cuando se conjugan virginidad y experiencia sin que ninguna condicione a la otra, de la forma tan natural en la que se da, las posibilidades se entrelazan en un abanico de infinitos matices. Y además, desfilan ante los ojos, mostrándose sin recato alguno, a la espera de ser vistas, observadas, escogidas, saboreadas, usadas. Sólo es pecado no atreverse, no escoger, no tomar, no hacer ser.

Virgen. Un rincón virgen entre tan amplias vivencias. Transitado mil veces, puesto en juego mil veces, usado mil veces, y sin embargo, en ciertas lides, virgen. En el deseo se entremezclan curiosidad y perversión, imaginación y certeza, determinación y límites, reposo y extremos, y, por encima de todo, la comunión de esa faceta de nuestros caracteres que ama el placer.

El tiempo es aliado de ambos. La complicidad, el soporte. La convergencia inconfesable, el alimento. La excitación, el síntoma. La consumación, el fin. Y así, poco a poco, sin prisa, con convencimiento y un estímulo siempre presente, pero nunca constante, ora reposado, ora desbocado, a veces suave, a veces intenso, va tomando cuerpo la conquista de un nuevo uso del cuerpo, a instancias del carácter, la fantasía y los deseos. Los deseos, varios, alineados, incontenibles, unidos, indefinibles y a la vez concretos. Y todos ellos explotan una vez los labios abrazan con infinita fuerza más allá de la muñeca, mientras desde el interior parece surgir una tensión que lucha entre absorber y expulsar, entre seguir y ceder, viajando de un extremo a otro de la relajación de permanecer a la de terminar.

Tan bueno como si fuera nuevo. Y mejor aún.
Es delicioso que hasta la virginidad sea susceptible de ser creada.
Siempre hay terrenos a explorar y conquistar, no importa lo que se conozca ya.