domingo, 3 de noviembre de 2024

As good as new

Pero mucho mejor. Cuando se conjugan virginidad y experiencia sin que ninguna condicione a la otra, de la forma tan natural en la que se da, las posibilidades se entrelazan en un abanico de infinitos matices. Y además, desfilan ante los ojos, mostrándose sin recato alguno, a la espera de ser vistas, observadas, escogidas, saboreadas, usadas. Sólo es pecado no atreverse, no escoger, no tomar, no hacer ser.

Virgen. Un rincón virgen entre tan amplias vivencias. Transitado mil veces, puesto en juego mil veces, usado mil veces, y sin embargo, en ciertas lides, virgen. En el deseo se entremezclan curiosidad y perversión, imaginación y certeza, determinación y límites, reposo y extremos, y, por encima de todo, la comunión de esa faceta de nuestros caracteres que ama el placer.

El tiempo es aliado de ambos. La complicidad, el soporte. La convergencia inconfesable, el alimento. La excitación, el síntoma. La consumación, el fin. Y así, poco a poco, sin prisa, con convencimiento y un estímulo siempre presente, pero nunca constante, ora reposado, ora desbocado, a veces suave, a veces intenso, va tomando cuerpo la conquista de un nuevo uso del cuerpo, a instancias del carácter, la fantasía y los deseos. Los deseos, varios, alineados, incontenibles, unidos, indefinibles y a la vez concretos. Y todos ellos explotan una vez los labios abrazan con infinita fuerza más allá de la muñeca, mientras desde el interior parece surgir una tensión que lucha entre absorber y expulsar, entre seguir y ceder, viajando de un extremo a otro de la relajación de permanecer a la de terminar.

Tan bueno como si fuera nuevo. Y mejor aún.
Es delicioso que hasta la virginidad sea susceptible de ser creada.
Siempre hay terrenos a explorar y conquistar, no importa lo que se conozca ya.

 

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