No sé si la máscara es una barrera eficaz para ocultar la mente. Quizá para los mirones superficiales, que no gastan tiempo en preguntarse qué hay detrás, por qué viene enmascarado, hacia dónde pretenden dirigir tu atención.
Pero a un observador curioso, metódico y paciente, la máscara le muestra el agujero por el que mirar.
Si la máscara es simplemente un disfraz, atuendo a la moda y símbolo de tribu y modernidad, lo que me dice es que realmente no hay nada que merezca la pena el tiempo para descubrir, por mucho que el placer de la observación y el descubrimiento sean el preludio de todos los demás.
Decía al principio que no sabía. No es cierto, sí lo sé.
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