sábado, 31 de agosto de 2024

Sutileza

Cuando me preguntan qué debe tener una persona para que desee someterla, respondo invariablemente que tenga una inequívoca inclinación (que no evidente, que es otra cosa) a ser sometida, sea coherente con ello en personalidad y carácter, y que su deseo sexual también sea acorde a lo anterior.

Pero rara vez menciono expresamente algo que es esencial, y es que sea sutil. Que capte y use de la sutileza y sus infinitos matices. Supongo que, como en mi subconsciente este es un atributo que va ligado a los que sí menciono, lo doy por supuesto.

Indudablemente, creo que peco de optimista en algunas ocasiones. Lo tendré que decir más a menudo de ahora en adelante. Para evitar supuestos que no lo son.

viernes, 30 de agosto de 2024

Ser sumisa no es ser promiscuamente idiota

Pero desgraciadamente, se tiende a confundir procacidad y ligereza de cascos con entrega. Tanto ellos como ellas, en cualquier rol y con cualquier condición.

Y claro, no. La promiscuidad puede acabar siendo la consecuencia, pero no debe ser la causa.

Hay que saber ganarse mi sumisión

Es una forma de decirlo. En realidad lo que hay que saber es cómo someterte. Ganarse la sumisión es un cuento derivado del modelo de seducción romántica.

El dominio ha de transmitir una idea de inevitabilidad. Claro que eso asusta a la mayoría.

Pero veo que dominas los clichés superficiales del género, sí.

El lenguaje inclusivo

Creo que ya sé qué es lo que mueve a los adalides de tal aberración social y lingüística: son seres limitados que carecen de la capacidad necesaria mínima de comprensión, síntesis y extrapolación. 

Mentes cartesianas, inflexibles, con una manifiesta limitación en su función de abstracción, que les lleva a tomar las representaciones por la descripción absoluta del todo. 

El concepto de representación es clave. La indignidad y el dolor que se supone les supone sentirse nominados por lo que entienden que es lo que no quieren o detestarían ser.

En resumen, nace de la incapacidad, el sectarismo y el odio. Supongo que también de un complejo narcisista mal asimilado, y la necesidad patológica de epatar desde una pretendida diferencia.

Pero se equivocan. Desde tiempos inmemoriales, el mundo ha estado modulado por también por extremismos absolutistas como el que promueven. No son diferentes en absoluto. Son la continuación pintoresca y pretendidamente moderna de una larga tradición humana.

NAda nuevo bajo el sol. ¡Qué se le va a hacer! 

 

domingo, 25 de agosto de 2024

De mentes y máscaras

 

No sé si la máscara es una barrera eficaz para ocultar la mente. Quizá para los mirones superficiales, que no gastan tiempo en preguntarse qué hay detrás, por qué viene enmascarado, hacia dónde pretenden dirigir tu atención.

Pero a un observador curioso, metódico y paciente, la máscara le muestra el agujero por el que mirar.

Si la máscara es simplemente un disfraz, atuendo a la moda y símbolo de tribu y modernidad, lo que me dice es que realmente no hay nada que merezca la pena el tiempo para descubrir, por mucho que el placer de la observación y el descubrimiento sean el preludio de todos los demás.

Decía al principio que no sabía. No es cierto, sí lo sé.

jueves, 22 de agosto de 2024

Luz en los ojos

Es una expresión banal, pero refleja un hecho cierto: se tiene o no se tiene.

Hay de un tipo de luz que no se ve en las imágenes o vídeos. No la anuncia el lenguaje corporal ni siquiera la gestualidad de la cara.

Se asocia a brillo, pero puede llegar a ser terriblemente oscura. Tanto que no puedes mirar directemente a esos ojos, ni mucho menos permitir que sepan que lo haces.

Me encanta cuando las frases hechas desvelan un trasfondo tenebroso. No digas que no te avisé.

lunes, 19 de agosto de 2024

Chorros de leche

 

El bamboleo es inconfundible. No se trata del desplazamiento de masas de las tetas grandes que aún conservan turgencia por la solidez que mantienen la piel, la carne y la materia que recubren, por supuesto el antinatural y robótico vaivén de inmensidades implantadas y soportes atirantados.

No, ese delicioso movimiento oscilante que trae y se alimenta con cada paso es líquido, rítmico, denso, armónico, se debe a sendas ubres llenas de leche. Una cadencia que cualquiera que lo haya visto alguna vez, no puede olvidar jamás. O no debe.

Es todo fluidez. Y dentro de ella, admite tímidamente que no sabe hacer manar el tesoro que amenaza con hacer estallar tan singulares volúmenes, tan brillantes que a veces un rictus de dolor asoma en su gesto, pues no tiene costumbre de tamaña inmensidad. Y es que lleva tres días sin vaciarlas, cuando su ritmo es de al menos dos veces al día.

Y así se presentó ante mí, con goteando por ambos pezones, manchado el vestido con un cerco inconfundible y la necesidad de alivio inmediato. Pero no sabía hacerlo por si misma sin medios mecánicos.

Puse mis manos bajo el tentador volumen. ¡Dios mío, qué momento tan especial, vaya forma de disfrutar!. Acaricio suavemente, con mimo, dibujando la en el aire el movimiento de esa plenitud curva, natural y a la vez fuente de perversidad ilimitada. Poco a poco, voy soportando su peso, haciendo mío el ritmo, a la vez que capturo el gesto de ella, el momentáneo alivio al notar que la tensión decrece en su pecho, mientras disfruto del tacto que me ofrecen, de la respuesta a la presión, tan leve, y que sin embargo tiene su efecto en el caudal del goteo.

Goteo lúbrico, lujurioso, incitante, que alcanza un pequeño clímax al recoger con la punta de la lengua tan delicado néctar. El efecto es inmediato, y la aureola se hace más rugosa, a la vez que crece aún más el pezón.

Me entretengo un rato con ese juego, antes de rodear con los labios uno de ellos y empezar a succionar. Ella cierra los ojos, y se mezcla en su gesto la excitación intensa con el alivio que supone comenzar a drenar la inmensidad líquida que la tortura.

Tras unos breves segundos, gozando alternativamente de ambas fuentes, la llevo ante un espejo, y me pongo tras de ella, agarrando con firmeza ambos senos.

Me mira asustada a través del reflejo, mientras le susurro al oído:

"Así que no sabes aliviar manualmente esta presión. Vas a aprender. Observa bien"

Con sendas presas en la infladas tetazas, masajeo con firmeza por encima de la aureola, levantando y tirando lo necesario de ellas. Y se produce el efecto deseado. De cada pezón surgen los chorros que liberan la tensión, con cuatro hilos en uno y tres en otros, a la vista de su mirada asombrada, aliviada y obscena.

Se mancha el cristal, gotea abundantemente de la punta de mis dedos, y aunque no tengo más manos para comprobarlo en ese instante, no es la única zona de su cuerpo que gotea.

Diez minutos después, la turgencia a cedido algo, no demasiado, y la necesidad de ser ordeñada ya no es perentoria. Pero aún queda mucha leche que disfrutar.

Es hora de que me prepare el té.

jueves, 1 de agosto de 2024

eva se aburre

Es una chica de mundo, se nota. Posee una coherencia entre carácter y actos fuera de lo común.

Cree que es capaz de manejar cualquier situación desde su púlpito de mujer independiente y excelsa. Tan es así, que no tiene recato en anunciar laa consecuencias de contrariar su envidiablemente ecuánime criterio y sentido de la oportunidad.

Tal torrente de virtudes me quiso resultar familiar, trayéndome el aroma de cierta pelirroja voluptuosa y superlativa que conocí y disfruté años atrás. Ea cierto que había detalles discordantes en la conducta que pude observar, pero a veces los años se empeñan en potenciar los defectos y socavar las virtudes, y ni siquiera el temperamento más templado es inmune a ello.

Ante la duda, pregunté, por si la distancia corta me sacaba de la incertidumbre. Y lo hizo.

¡Vaya si lo hizo!

Resultó que lo que parecía una adherencia indeseable a un carácter delicioso era en realidad la esencia de una niñita absurda y estúpida, y al revés, la cualidad esencial apreciable no dejó de ser un adorno casual y extraordinario a una personalidad de lo máa ordinaria, en toda la amplitud de la expresión.

Así que eva resultó ser una imbécil integral. Sin duda alguna.

Aunque, siendo benévolo, más bien pienso que eva está enferma. Una más. Hay tantas que aburren, sí.

 

Inspirado por evaisbored, criatura inestable de tetas gordas. Las tetas se caen, la inestibilidad, no.