jueves, 2 de julio de 2009

La última tarde de junio - 3ª etapa Confirmación

Al filo del mediodía, intuía que me tocaba esperar. Realmente, lo sabía, no podría llegar a tiempo, pero estos días de principio de verano son tan variables..... igual, pienso (o quiero pensar) el tráfico le echa una mano. Todo estaba listo, dispuesto. Desde el material, hasta el espíritu, pasando por el deseo, las órdenes concretas, el ambiente, un breve guión.....nada podría salir mal. Ese día, no. Ambos lo sabemos, ese es nuestro día, el día.

Pero no llega. Se suceden las llamadas en el teléfono, y los minutos en el reloj. Se ha vuelto a perder. Sensaciones encontradas, el tiempo es muy limitado, y se nos está escapando. Una prueba más para mi paciencia, esa con la que tanto le gusta jugar.

Finalmente, oigo pasos en el pasillo; sus pasos, los reconozco. Llaman a la puerta. Abro, y su boca, su mirada y su cuerpo empiezan a balbucir una excusa. Pero yo no la miro, aunque llega deliciosa, como siempre, emanando ese aroma de mujer especial que sólo ella parece tener. Percibo que ha desobedecido desafiantemente una indicación expresa. Estoy a punto de perder la paciencia. Dos faltas, casi deliberadas ambas, en nuestro día. Pero algo extraño me retiene. Y me hace actuar con calma, con tacto, analizando sus reacciones. Le hago notar su tardanza y su desobediencia, al tiempo que cierro secamente la puerta. Aunque por dentro estoy ardiendo, mi voz sale fría, dura, y noto el efecto inmediato en su cuerpo.

Se queda fuera toda su arrogancia, todo su desafío, y sale a flote una mirada asustada, una voz trémula, un cuerpo entregado. Se queda fuera todo lo que no va a necesitar. Lo veo en sus ojos. Y ella en los míos. Y se acaban las excusas y las justificaciones, los peros y los por qué. Comienza nuestro día. Desaparece el guión, lo previsto, lo pactado, y toma las riendas la intución, con un punto de control; es el fin de la historia. Y el principio de un nuevo tiempo. Lo que parecía empezar tan mal se convierte en el estado ideal.

Y avanza la tarde. Masticamos cada segundo, aunque pasan a velocidad de vértigo. Volando. Mientras , todo sucede con calma, en su momento adecuado. En la intensidad adecuada. Del modo adecuado. Con el sentimiento adecuado. Terminamos y nuestras caras, nuestros cuerpos, todo en nosotros, da fe de lo que acaba de ocurrir. La mezcla de plenitud y orgullo por lo que cada uno le ha dado al otro es embriagadora.

Entrega. Nada lo puede definir mejor

Quedan aún más tardes en el mes. Pero para los dos, no habrá nunca otra como esta.

Esa fue, para nuestro recuerdo, la última tarde de junio.