viernes, 16 de septiembre de 2022

De propuestas, costes, pagos y consecuencias

"Ven, yo invito y juntos pagamos las consecuencias..."

La propuesta que subyace a ese enunciado es atractiva. Induce a la complicidad y apela a pensamientos espléndidos y privados.

Pero ciertos lujos, aún posibles, no tienen precio.
¿Qué valor aprecias cuando el carácter no está en venta y sin embargo sí se pone en juego?
Doy por supuesto que te asumes y casi que ansías este tipo de consecuencias.

Esa es la trampa de la buena publicidad efectiva, hacer suponer que dará lo que deseas independientemente de lo que realmente oferte.


jueves, 15 de septiembre de 2022

No está bien morirse sin avisar

 A veces sé cuando ese segundo es el último, y guardo el momento en su adecuado lugar en la memoria.

Pero cuando no fui consciente de que no habría más, y lo vivo como si fuera uno entre tantos, su huella se grabó junto a un cúmulo que mezcla pérdida, incredulidad y reproche. No está bien morir sin avisar.

Afortunadamente, prevalecen los primeros. Y aunque a veces las circunstancias personales eran poco estimulantes, la sensación de haber podido manejar los hilos en los peores instantes dejó la huella de una sonrisa.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Sé que es difícil

 

No te resulta nada fácil, lo sé, sí. Para empezar, no te voy a proporcionar una imagen icónica, un fetiche físico visual tangible, una presencia que impacte a los sentidos que te sirva de enganche. Y es mejor así, pues cuando se tuviste ese agarre, tu expectativa se desvió del foco que tu esencia realmente reclama, y ya todo fue confusión.

No es fácil identificar en otro la fuente del propio deseo sin referencias tangibles. Menos aún sin los parámetros medibles que una forma definida, ya sea perceptible o deducida, proporciona para poder descansar sobre ella.

No, no es nada sencillo sentir que ante ti se abre un océano inmenso, una masa de agua informe y en eterno movimiento, que cambia de base y forma a cada segundo, como la fuente de aquel que va a permitir crear aquello que viniste a buscar. Sí, requiere valor sentir la llamada de algo que promete engullirte sin contemplaciones y arrastrarte a un lugar que intuyes que es el tuyo pero no tienes ni la menor idea de cómo será.

La llamada del riesgo absoluto, que te exige sumergirte sin condiciones. Es más, te ves obligada a confiar casi como un acto de fe en la invitación de esa extensión infinita, que te ofrece todas las respuestas sin que aún entiendas su lenguaje. Pero sabes que están ahí. Y miras, observas, piensas, intuyes, buscando el lugar por el cual comenzarás a entrar en el agua, y empezarás a sentir la cálida humedad que poco a poco acabe envolviéndote entera, en un proceso que no tendrá vuelta atrás.

No es nada fácil, no. Es más sencillo e inmediato meterse en la piscina del hotel. Aunque nunca llegues a tener el aroma de la sal sobre tu piel.

jueves, 8 de septiembre de 2022

La certeza que te hace sonreír

Es difícil de expresar con palabras. Bueno, no, es muy sencillo, la verdad. A la vez que es imposible explicárselo a quien jamás lo sintió. No es posible imaginarlo, pues es algo intangible. Cuando alguien cuenta lo que experimenta o siente, sólo quien también lo sintió es capaz de comprender.

Es un conjunto de paradojas. Puede parecer extraño, pues proporciona presencia, pero no implica que sea física. Un absurdo, sentir esa presencia sin que los sentidos entren en juego. Una palabra, una expresión, una indicación, es suficiente para provocar la sensación. Y entonces, todo el cuerpo sufre una metamorfosis, el control y la voluntad te abandonan y notas, sientes y sabes que has pasado a estar en mis manos. La excitación se dispara, la mente se entrega y la presencia se torna envolvente. 

Ahora es cuando la correspondencia lógica entre los estímulos y las sensaciones percibidas queda anulada. Los sentidos están alerta, ansiosos de reaccionar ante cualquier suceso, tangible o imaginado, sin que a veces puedas distinguir que es lo inducido y que es lo real. Claro que para tu mente, todo es real, y todo lo percibes, o lo crees percibir, a través de los cada uno de esos sentidos. 

Con todo, lo verdaderamente increíble es la respuesta que obtienes ante las sensaciones. Sabes que será la que yo quiera. Y nada te sorprende. Si acaso, esa predisposición a considerar que todo, sí, todo, es posible, es la mayor sorpresa. Ante el mismo estímulo obtienes respuestas antagónicas con la mayor naturalidad y sin ningún control por tu parte. 

Y eso, principalmente eso, es lo que te hace ser consciente de estar absolutamente sometida. Sin saber cómo llegaste hasta ahí. Pero con plena seguridad de saber que ese es tu destino. No es que sea lo que deseas, necesitas, anhelas o quieres. No. Sabes positivamente que has sido creada para responder así, con naturalidad, y con el convencimiento de que naciste para experimentar lo que estás viviendo. Así descubriste tu esencia, y así te dio la forma que posees ahora. 

Esa certeza es la que te hace sonreír. 

 

Y ahora, dime, ¿cómo se le explica eso a quién no lo puede ver? 

Quizá, sólo cuando al contarlo, sí, te vea sonreír.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Bucle temporal extraño

 

No suelo dar crédito a las concentración de casualidades confluyentes. El azar puede hacer coincidir una, dos, hasta tres elementos sin aparente correlación. Pero en menos de 24 horas, que se alinee no ya el Sistema Solar completo, si no la Galaxia entera en una uniformidad sorprendente, no puede ser casualidad.

De este modo, se une lo que se va a discurrir órbitas lejanas con lo que partió para siempre y retorna periódicamente, unidos con el cometa en suspenso que trae de nuevo su luz Única, obra maestra del Creador, que viene de la mano de la estrella que volvió del sumidero del que era imposible salir a disfrutar de aquello que solo tiene por aquí, y en semejante aquelarre hasta la declinante muerte de un sol otrora esplendoroso deja su huella en una orgía de recuerdos envueltos en presencias, ausencias, deseos latentes y palabras olvidadas.

Probablemente sean casualidades anidadas en distintos niveles. Puede ser. Y no pienso mirar más allá. La emoción de los retornos difuminan el dolor de los recuerdos, y posponen, aunque el fin sea inexorable, la caída en los infiernos inherente a todo aquello que simplemente por vivir está destinado a morir.

Y así, en este enjambre de sensaciones encontradas, disfruto del estímulo de verificar que también mi Yo sigue estando aquí. Hasta que alumbre el último rayo de luz y el vacío acabe por reclamar su último tributo.

Siempre hay motivo para sonreír.

Retomar

 "Recuerdo muchas cosas.
Yo voy a retomar otra vez mi Yo.

Retomar. La esencia está. Y yo estoy.
Sí.
Sí, claro que sí."