jueves, 29 de enero de 2015

So, about that stroll

"Is the plug in?"
"Yes."
"Good. Now I want you go and take a walk outside. Wear a dress"

...Wait, what?!

This was not, as one might have gathered, the product of my own twisted, kinky mind. It takes a more refined and perverse mind than my own to come up with such a thought. I suppose that's why I'm a sub and not a Dom.

Several toughts came crashing at the same time. That now would be a great time to get extremely sleepiy and just have to log off. That certainly, the gentleman was insane. That "Oh, hell no!". But mostly, and strongest of them all, what if I did it. How would I feel?

And so I agreed. There is a point where nervous mixes with dizziness, where air doesn't seem to combine with my lungs the way it should.

My hand shook on the door knob, screaming at me that there was time to still go back. That however, what not in the least surprising.

What shock me, even as I took that first step out outside, gauging and cringing at the number of people that seemed to be out, was how the rest of my body was responding.

My pussy tightned with every breath I took. My nipples pressed hard against my bra. All of my body seemed extra aware of itself.

I took small steps. I wanted to run and get it over it, go back inside where it was safe and cozy and not humiliating. But I knew running would only make it weirder. And so I lifted my chin up and did my best at what I considered to be steady, confident steps.

Does anyone have any idea how hard that is when there's a whip shoved up your ass and you're wearing no knickers?

Because it is. Especially, oh, especially, when your body has decided it does not give a crap that your mind is dying of shame. Especially when the whip tickles your ass and your tighs so deliciously and your cunt seems to jump and throb with every step. I could feel the stickiness in my tighs as I walked. The betrayal of my arousal ass it spread and drip from my pussy.

I was wet. I was soaking. I was terrified that soon that would be visible as well. But the more terrified I was, the wetter it got. At a point, I had to stop and pretend to look for something in my purse, as I tried to cross my legs not too awkwardly. The throbbing, you see, had become so frequent and so strong, I was afraid I might orgasm in the middle of the street.

And my mind is still screaming "Make it stop, make it stop, of please, make it stop." Everyone was looking. I was sure everyone was looking. How could they not? There's a woman walking down the street with something in her ass and a runny pussy.

I was close to the end of the street. I took a few more unsteady steps. I turned around. "Breathe," I thought. "Just breathe". And then a tought, that both caught me unaware and made me wonder how it had not been there before: "Master will be so proud when he learns."

And perhaps, just perhaps, my chin lifted a bit higher and there was an extra spring in my step as I returned home.

This is how she felt that stroll. I miss her, indeed.

viernes, 16 de enero de 2015

Literalidades, impulso y deseo

Que diferentes son las tres palabras. Y cuan indisolublemente ligadas aparecen. Tanto que obvian los matices.

Confundir deseo e impulso con inmediatez es tan ......pueril. Y cada día me ocurre más a menudo. Entre lo poco cotizada que está la sutileza (esa que todo el mundo dice desear, tener, comprender, saborear, y que luego muy pocos ven), y el egoismo desbordante del yo reclamando yo para entregarse, darse (que frase tan absurda esa de "merecer mi entrega", quizá síntoma indiscutible de inmadurez), no hay espacio para la exploración, la observación ni la apertura de mente.

Luego llegan las exclamciones, las sorpresas (eres increible, no sabía que se pudiera sacar eso de mi, no sabes el poder que tienes, etc,etc, etc....). Sin embargo, veo día tras día caer en las mismas celadas a los mismos espíritus, tanto que ya me aburre.

Me estraga esa ausencia de matiz, esa falta de cintura, ese mirarse al ombligo, esa impostura de merecimientos y esfuerzos. Quizá todo venga de darle a lo que es un juego más valor del que tiene. De la incapacidad de medir como personas sensatas las consecuencias de las decisiones y los actos. Y de la comodidad burguesa de experimentar el éxtasis sentado en el sillón de mi casa con el portatil sobre las rodillas.

Un deseo expresado en voz alta no significa que se vaya a consumar. Y dice tantas cosas que quedarse en la obvia literalidad del texto es un absoluto desperdicio. Aunque igual la premisa que falla está en mi planteamiento. Pienso que la mayor parte de la fauna que pulula por este jardín de seres aberrantemente aburridos observa las mismas reglas de cuidado y respeto que yo me marco.

Y va a resultar que no es así.

sábado, 10 de enero de 2015

El sol y la ventana

Entró con apariencia distraída, por la ventana. Como sin querer, mostrando su silueta milímetro a milímetro, ese disco gigante y caliente, que todo lo ciega. Trataba de parecer pequeño, sin poder ocultar su inmensidad desmusarada de cuerpo celeste. Se hizo omnipresente, por unos instantes amenazó con una eternidad luminosa inacabable e intensa. No se preocupaba por borrar nada, seguro de deslumbrar y hacer cautiva toda mirada, y de cerrar aquellos ojos que no le interesaban. Los insectos atrapados entre el cristal y la cortina enloquecieron, y comenaron a golpearse absurdamente, en un vano intento de escapar. Inútil propósito, sólo cabe esperar.

Sin embargo, esas criaturas carecen de la noción del tiempo, sólo existe el ahora, y esa misma urgencia que tantas veces les salvó la vida es en ese repetido instante su perdición.

Es cuestión de tiempo. Así que recostado en la cama, disfruto con curiosidad de la debacle colectiva ante el cristal, y cuando deja de interesarme, cierro los ojos. La luz potente traspasa mis párpados, como si quiera llevarme también a la trampa. Sin embargo, el sol de invierno tiene una incidencia oblícua, y pronto cede su esplendor a la tranquilidad del ocaso. El cielo se torna en un mosaico de mil tonos de rojo diferente, cada vez más difuminados en un azul oscuro, preámbulo de la noche, y las estrellas.

El brillo decrece, no queda rastro de los bichos que pugnaban por huir de la nada, y el frío rodea con un vaho venenoso todo el contorno de la ventana. Se prepara un nuevo baño de luz. Luz de estaño y plata esta vez, también intenso, pero de un carácter opuesto al anterior. La luna llena, completa, no necesita anunciar su llegada. Su mera presencia, cautivadora, sutil y elegante, evita toda efusión innecesaria. Hoy se dibuja plena, igual que otros días ni se molesta en mostrarse, pero nunca oculta nada, ni nada muestra.

Allí está, brillante, fría, indiferente, atractiva. También tendrá su tiempo, pero a diferencia de su abrasador opuesto, su huella quedará marcada por dentro. Donde nadie salvo aquel que la porta sabe que queda.