sábado, 26 de noviembre de 2016

La botella en el espejo

No, no me olvido de ti. La botella nos sigue mirando desde el espejo, como queriendo fundirse en el espacio de perversa humedad que creamos.

El frío y la distancia parecía que iban a salirse con la suya, pero no fue así.

"Es Usted malo" , con ojos entornados por enésima ocasión y el ansia frustrada de la promesa de un intenso placer, cortado, una y otra vez, antes del momento de la explosión de gozo.

Pero no era para tanto esa maldad, ¿verdad?

Estuve devorando tu intensidad, y tú misma la recuperaste disfrutando de hacerme disfrutar, hasta hacerme explotar como hacía tiempo que no ocurría.

Sí, disfruté usándote sin más....y disfrutaste siéndolo , sin más. El sencillo placer de sentir que otra manos te manejan a su antojo y no haces nada por evitarlo, pasado el punto de no retorno simplemente, no puedes.

Atras queda el paseo por la estancia, siguiendo obedientemente el dedo que hace de correa, la ofrenda expuesta, las miradas furtivas al espejo, la vibración llena, infernal y casi infinita, el cántico vibrante y el color violeta, tan pleno y marcado en el trazado pérpura sobra la piel. Y de nuevo, esa expresión en el rostro, inequívoca e inevitable.

Ahora, por supuesto, tus sensaciones, mi pequeña zorra. Que ya están ahí.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Y llegó el día

Me recibió con una sonrisa, y algo más. La tensión no podía ocultar su naturalidad, aquella que me cautivó desde que tuve noticia de ella. Un primer momento que pese a quedar lejos dejó una impresión de indeleble certeza, el convencimiento de que estaba hecha para mí. Al posar la mano en su cadera sobre el abrigo negro que a duras penas tapaba todo el manojo de sensaciones que parecían devorarla percibí por fin todo aquello que aunque sólo podía haber intuído ya sabía que era así.

Sí, es tal cual se ha mostrado todo este tiempo. A pesar del temor, los nervios y la vergüenza, asoma el descaro sereno y el aroma de zorra que habita bajo su aspecto de niña buena.

Sin duda me delató la sonrisa, aunque sospecho que en ese momento no se dio cuenta. Poco a poco fue sintiéndose mejor, y tomando confianza. Siempre existe el riesgo de que la primera vista ofrezca una sensación opuesta a la que ha provocado el encuentro, pero no fue así. Al contrario, las distíntas imágenes creadas, imaginadas y vistas parecían fundirse poco a poco en una figura cada vez más clara y nítida, delineada con los trazos del deseo interior y perverso que late en el fondo de la mirada.

Pues aunque en ese momento no lo sabíamos, ni tampoco importaba, había una sola mirada que a través de los ojos iba dando forma a la amalgama de estímulo y deseo que brotaba de los dos. Y durante una larga mañana que pareció durar un suspiro fue poco a poco subiendo a la piel toda la intensidad que llevaba semanas gestándose, y la saboreamos sin tiempo ni medida.

Y así pronto acompañaron a la disposición el deseo de complacer, el disfrute de cumplir con ello, el gozo de dar placer, el placer que sólo el dolor de la entrega genera y la humedad  propia de la zorra que emerge al compás de los pequeños rituales de posesión enlazados uno con otro sin solución de continuidad. Al final, una cercanía envolvente (imposible estar más cerca) queda suspendida de esa mirada que ahora sí importa, que condensa toda la fuerza del perverso deseo de posesión que ya, ahora sí, está definitivamente materializado.

En el camino de vuelta, el aroma de su piel impregnado en la mía me envuelve ide un modo casi indecente.  Un aroma que parece decirme que sí, que ahora, por fin, es mía. Y es que aunque estuviera hecha para mí, había de llegar el día. Y supo tan a poco que, inevitablemente, vendrán más.  Es lo que tiene poseer a una deliciosa zorra insaciable con cara de niña buena. Que siempre quiero más.

Y llegó el día....

...tanto tiempo esperado. Aún siento las huellas de sus manos en mi piel. Casi puedo seguir sintiéndolas recorriendome y acariciándome.

Los nervios del comienzo del día fueron duros, he hizo que fueran desapareciendo. Ha sido extraño asociarle en persona a ese ente abstracto que me escribe y dicta órdenes al oído. Tenerle delante y saber que detrás está usted, y la mente perversa que me maneja y que viene a poseer su propiedad.

Sabía que venía a eso, y precisamente eso era lo que me tenía tensa, nerviosa y excitada a la vez. Me ha costado ir dejando caer esos nervios que me tenían en cierto modo bloqueada y que me impedían dejarme llevar como quería. Pero usted ha sabido cómo hacerlo y poco a poco, me ha ido llevando a donde quería. Al punto en el que ha ido asomando la zorrita de mi interior, paso a paso, cada vez más, hasta que ha salido del todo.Y su cara al verla...lo dijo todo. Es en ese punto cuando ya no ha habido retorno, cuando ya no respondo de mí, sólo de usted, mi dueño, y me hizo suya. Fue como usted dijo, "inevitable". Llevada por su voz suave, autoritaria, por sus órdenes. Por todo usted. Disfruté entregándome, y complaciéndole, con la mezcla de dolor y placer que me hacían humedecer. Sentirme suya por completo, abandonándome a las sensaciones que me iba provocando manejada a su antojo.

...pero el tiempo terminó, dejandome la sensación de que simplemente todo acababa de empezar y quería más...y más....como la zorrita insaciable que dice que soy.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Sin dudar

La ventana daba a una calle con varios edificios. Justo el de enfrente estaba casi vacío, pero aún así era fácil que alguien  pudiera ver lo que pasaba tras el cristal. Allé estaba, desnuda, apoyando el pecho generoso en el frío vidrio, arrodillada y con una mano entre las piernas moviéndose vigorsamente.

Le había sido dicho que hiciera lo que estaba haciendo. Trato de evitarlo con una pregunta evasiva, pero la confirmación firme del mandato fue suficiente. Y se subio a la mesa sin dudar.

Pues tiene claro que está destinada a complacer, y obedecer sin dilación es parte de ese destino. Y lo hace.

Siente una vegüenza terrible. También miedo, ese miedo que viene no de lo que le puede pasar si no de saber que es capaz de hacer cualquier cosa que él le mande. Esa falta de voluntad propia le aterra a la vez que nota que le pertenece. No de un modo retórico o literario. Lo siente en su vientre, en cada pensamiento y en cada contracción de su sexo, ahora en permanente estado de humedad.

Vergüenza, miedo y pertenecia que provocan placer, excitación yuna sensación de liberación intensa e inevitable.

La dualidad perfecta de un caracter perfecto. Destinado a complacer. Sin dudar.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Deliciosa sensación

Creo que jamás me cansaré de experimentarla. Notar como poco a poco va tomando forma tangible todo aquello que intuí con anterioridad. Y notar en sus palabras, en el tono de la voz y en los gestos que siente lo que supe que iba a sentir.

Saber antes de que ella lo sepa lo que va a desear, del modo que lo va a desear y en el momento en el que lo va a desear. Y reírme ante lo que en otro entorno, en otras condiciones, sonaría a prepotencia insoportable y sin embargo ahora describe con nítida claridad todo aquello que revuelve su interior y que provoca que mi mirada adquiera el brillo magnético que sólo la contemplación del deseo que brota ahogado entre suspiros incrédulos, excitación y miedo, puede hacer crecer.

Me encanta recordar el pellizco que siento al observar un carácter y saberlo; "es ésta". Me encanta hacerle saber que es ella cuando aún no tiene claro qué le pasa, qué siente, cuando aún las palabras no aciertan a fluir para que pueda explicarme lo que siente a la vez que todas sus sensaciones hablan por ella.

Disfruto adelantándole cada emoción, cada pálpito, provocando su humedad, el rubor, quebrando la voz y controlando el deseo que vibra desde su nuca hasta su sexo. Esa inflamación que acaba por mantenerla todo el día en un estado de semiexcitación al tiempo que su mente siente y acepta que está dejando de obrar siempre según su propia voluntad.

Y llevarla a realizar aquello que le avergüenza de un modo que es imposible sentirse más entregada, generando la necesidad de ir más allá, habilitando la aterradora certeza de que no hay límites y podrá ese aún desconocido, íntimo desconocido, llevarla allí donde no acierta todavía a imaginar.

Además, le gusta. Más que a mí. A pesar del miedo, la perversidad y la distancia. Es imposible estar más cerca.

Y es que lo impensable está por llegar.


Deliciosa sensación