domingo, 27 de agosto de 2023

(M)Amén

 -¡Feliz domingo tenga Señor!😊
-Claro, en el día del Señor.
-Maaaamen
-Así me gusta, litúrgicamente puta.
-Es que lo de los confesionarios siempre ha tenido su aquel😏
‐Arrodillada en la oscuridad, desnudando lo inconfesable. No entiendo como un sadomadoquista puede ser anticlerical.

sábado, 19 de agosto de 2023

Retorno a lo natural (fin del tiempo)

 

Pensé que dominaba diferentes prácticas, a través de artes diversas. Y puede que fuera así, que el dominio fuera más allá de lo corriente. Hoy sé que acercarse a la perfección formal y técnica es un engaño en sí mismo si no va acompañado del sentido que le da ponerte en disposición de obtener todo aquello que tan elaboradas herramientas permiten.

Hace tiempo que ese dominio de la técnica, las situaciones y la escena superaron el retorno que su uso me está dando. Una mal entendida concepción de la evolución me hizo cometer tal error. Olvidar que no es necesario con llegar al final, sino que basta con saber y poder llegar, y modular a partir de ello el impulso con el retorno.

El crecimiento perpetuo no existe, es la base misma del universo. Nada se crea ni se destruye, sólo se transforma. Pero la soberbia llegó a hacerme creer que poseía la llave de la multiplicación de la energía.

Y nadie la tiene. Aunque más de uno pretenda a hacerlo creer. El atractivo del infinito es inevitable.

Lentitud aislada

 

Me deslizo solo en la piscina, rodeado del azul, la luminosidad del verano y la calma que la masa de agua impertubada me transmite, en un momento de quietud extraña.

Y así, no hay necesidad, deseo, ansia, conciencia.....sólo un estado de consciencia suspendida, la sensación de tiempo a la vez detenido e infinito.

Vengo de disfrutar un encuentro con una promesa de intensidad más figurada que real. Y salgo primariamente satisfecho, pero a la vez, falto de algo; últimamente siempre falta algo.

Ahora, tras la pretensión fallida de devorar toda sensación, es la suspensión acuática carente de intensidad extrema la que me trae los estímulos que no conseguí obtener con la saturación de los sentidos.

Puede que esté buscando un universo equivocado.

Paz

 

El calor desnuda sin preguntar. Ralentiza ritmos, favorece la quietud y destroza los nervios. La veo a través de la puerta abierta del cuarto, plácidamente dormida, como un ángel, en esa postura de paz que sólo le he visto a ella. Y sé que tiene sus demonios (aunque ella cree que son infinitos son pocos aún, es tan joven), su ansia y su dolor de juventud. Pero también sé que conoce la felicidad, y que su sueño no ha perdido esa calma de niña que emana de la quietud íntima de su espíritu.

Espero que siempre conserve un poco, y que nunca deje de dormir así.

La sala de espera

Una citación inesperada me llevó allí, ejerciendo de acompañante. Temprano, de mañana de agosto, los que estábamos sentados respondíamos al patrón de los que ocupan turnos que nadie reclama en un Madrid desierto. Dentro de tres semanas, la masa se pegará por ese espacio, pero hoy casi lo disfrutamos en reposo, sin prisas ni masificación.

Poco podía imaginar lo que me iba a encontrar. Sin esperarlo, me vi ante varias personas que conformaban el arquetipo corriente de aquella con la que en breve iba a tener un encuentro inconfesable. Y ocurrió. Se cruzó la mirada del yo cotidiano con la de la mente del pervertido. Ambas naturales en mí, pero en ese momento, una de ellas absolutamente fuera de contexto. Y esa segunda, perdió. No tuvo oportunidad, ni la más leve, siquiera de pactar un arreglo de conveniencia. Quedó desterrada, sin espacio ni lugar. Y me hizo sentir mal, sobre todo por la sensación que me invadió de estar retorciendo mis dos realidades. No la corriente, que hace tiempo que está inmunizada, sino la perversa e inconfesable, la cual había tomado sin ser consciente de ello una deriva que no se corresponde ni con mi capacidad ni con mi deseo.

El más y más no es un valor en sí mismo, siempre lo he sabido. Pero hasta ese momento de reflexión en la sala de espera no me había dado cuenta de que éste me había llevado más lejos de dónde soy capaz de ir y asimilar. Afortunadamente, una cita inesperada me ofreció el momento de verlo con mis propios ojos en un contexto neutro. Y pude evitar cometer un error de los que dejan huella indeleble. Y en este caso, habría sido indeseada.

No hay mal que por bien no venga, es verdad.

 

sábado, 12 de agosto de 2023

La seguridad del Dominante

Es un tema recurrente, como todos los que confrontan una faceta deseable en un rol con las cualidades apreciables de una persona genérica sin entrar en sus matices especiales.

Me refiero en este caso a un post irónico sobre los complejos y la tendencia a no mostrar ni estos ni su inseguridad por parte del Dominante.

Las aportaciones subsiguientes siguen el espíritu del hilo, dando por buena la conducta y carácter que deja ver uno o ambos defectos, atributo quizá deseable en cualquier persona. Pero, por supuesto, en absoluto válido para un Dominante. Una vez más, un mal entendido buenismo personal pervierte la concepción de los atributos que debe poseer un rasgo concreto de la personalidad. Rasgo, no olvidemos, contenido en un ámbito concreto de una relación especial, en este caso una relación D/a.

He de negar la mayor. Si algo han esperado siempre, sin duda y sin excepción, todas las personas con las que he establecido una relación de Dominación, ha sido precisamente eso, el tener la certeza de que están en buenas manos, y eso ha implicado implícitamente el que el Dominante sea un referente en cuanto a autoridad y confianza. Lo cual inevitablemente requiere sentir coherencia y seguridad en su carácter y proceder. Y siempre han esperado hallar eso en mí.

Cuando en ese proceso de creación de la complicidad han percibido dudas, inseguridad o debilidad de carácter, la relación se ha resentido, o venido directamente abajo.

Eso no quita para que en paralelo se hayan sentido más cómodas sintiendo que la parte genérica de esa persona pueda llegar a ser capaz de expresar duda, o cierta inseguridad.

Sé que voy en contra de la corriente general y de toda esa estéril y pueril consideración unitaria entre el rol y la persona. Por ponerlo en una frase de fácil comprensión, siempre esperan que el Dom sea un cabrón, y la persona se de fiar.

Parte del aroma del cabrón es no dejar ver ni intuir jamás la debilidad del complejo y la inseguridad. El resto es literatura rosa. Y para eso, hay otros lugares más adecuados.