domingo, 23 de abril de 2017

Turbia piel

Recorro la piel de tu cuello, suavemente, mientras con otra mano agarro tu sexo con intensidad y violencia.

Tú sonríes.

Y al leerlo se quemó con el café.

Disgresión sobre los límites

Tus límites los define el balance entre temor y deseo. La confianza lo modula, y la excitación invita a sobrepasarlos.

Son una consecuencia. Sólo son un objetivo para los amantes de los retos. Y nada más superar uno, se comienza a perder de nuevo.

No me complace poseer, someter, dominar, causar dolor porque sea un reto. Lo hago porque me estimula, me excita, me pone. Prefiero jugar con ese balance esencial. Permite controlar todo lo demás.

sábado, 22 de abril de 2017

Haz

Necesito necesitar.
La pulsión que trae la huella de sensaciones marcadas.
Ansío algo que no sé si ya existe.
Deseo inconcreto de intensidad densa.

Oscura querencia inombrable,
casi ominosa,
retazo de la mente turbia.
Deseo que seas quien lo provoque.

Deseo que seas. Necesito que seas.

Haz, sé; no digas. Y me harás ser.

martes, 4 de abril de 2017

Reposo natural

Esto de encontrarle el punto tiene su punto. Saber donde debo tocar resulta estimulante. Aunque probablemente lo más excitante sea su capacidad innata para no irse por las ramas y atender cuando debe y como debe. Sin tonterías (o sólo las justas, y siempre como parte de un juego, no como pose insufrible de un existencialismo lírico-estúpido que tanto abunda en el ramo) Centrada en lo esencial que nos une, sin más pretensiones. Es quizá lo que más me sorprende por el momento, la capacidad de síntesis tan desarrollada.

Posiblemente no sea consciente de ello, y hasta llegue a ver natural ese modo de asimilar. Bueno, es natural, le sale así, y como le sale, lo acomete. Sin falsos pudores.






Todo esto sin considerar su inagotable talento. Inagotable y natural, tan natural que podría asustar. Va tomando conciencia de su potencial ilimitado, y se gusta. Se gusta y se siente. De un modo tan fluído que parece que no he de hacer nada, salvo ligeras correcciones esporádicas. 

Podría asustar, sí. Pero trae placer. Que es mucho mejor, ¿verdad, querida?

sábado, 1 de abril de 2017

Un hombre casado

Soy un hombre casado.
Y no te llenaré.
Además, no me gusta la vertiente pública y gremial del ambiente. De hecho, no me gusta el concepto de ambiente en algo que concibo y expreso de un modo particular y cercano.

Soy reservado, interior y sugerido. Tanto que parezco frío. Y sin embargo me encanta el calor, la cercanía y la complicidad. Esa que se ilumina por los detalles y se rompe en un segundo.

Me gusta jugar sobre una base firme. Este no es un juego a vida o muerte, es algo mucho más importante que todo eso.

Y no tengo miedo a equivocarme, sólo a no saber que lo hago.

Lástima, es una lástima saber que no te llenaré, pues creo que nos llevaríamos muy bien. Profundamente bien.

Ah, me encanta también tu piel.

Del aroma del dolor

El color del cielo va dejando el frío atrás. Los verdes comienzan a adquirir ese brillo a explosión de vida. Brillo que sobre unas mejillas resulta una inequívoca invitación a la lujuria.

En ese marco del despertar de los sentidos, el aire tibio, casi caliente, es un invitado más. Quedan los últimos dias de recogimiento e introspección , volcados al exterior en una fiesta de ostentación impúdica, casi obscena, de la negrura de las almas.

La exposición pública de dolor íntimo a modo de espectáculo, envuelto en un ritual de cadenas, cuerdas, mantos, incienso y cera. La desnudez cubierta por un manto áspero, el desgarro de la penitencia callada en una orgía pretenciosa que hace ya tiempo que extravió la pureza del sentimiento profundo.

Pero entre la vulgaridad del sentir de la masa permanecen inalterados, como reliquias de un pasado olvidado, los símbolos inmortales de una pasión ahora ajada.

Y esos símbolos, pensados para saturar los sentidos del dolor del alma, se fijan en mi mente, y me llevan por otro espacio diferente. Un espacio donde aún permanecen intactos el dolor, la pasión, el interior oscuro y cierto deseo de expiación, que esperan a que ese ceremonial íntimo los arranque del fondo del ser. El aroma de la cera, el incienso, el metal, la madera y el cáñamo envuelven el velo de una mirada que talla indeleblemente los trazos de esa pasión primordial.

Y en sus aromas, viva.