Ciertamente,
debo pertener ya a otra dimensión. Estoy convencido. No tiene otra
explicación. Una dimensión que considera que ciertas actitudes del ser
humano social son parte inseparable de él. Será que de pequeños nos
contaban año sí y año también la declaración universal de los derechos
humanos, y pertenezco a un grupo de personas que asumimos de forma
natural su contenido. Su contenido y asimilado todo lo que de ella emana
en consideraciones de educación y respeto. Tanto que estimo que ciertos
atributos en el ser humano actual vienen de serie.
Por eso, cuando ahora leo repetidamente los lamentos de todos aquellos que sienten que a veces se les trata anteponiendo la circustancialidad de su personaje a su ser elemental de persona, pues hay algo en mí que se remueve. Se remueve porque percibo una falta general de respeto que nace de ellos mismos. No sé si el problema reside en que es divertido crearse una ficción (es tan fácil elaborar un yo virtual, ó 20) y creérsela, o qué pasa. Mientras el asunto va bien, se deja que el personaje tome preeminencia sobre el yo. Cuando eso se controla, estupendo. Mas resulta que hay miles de yoes virtuales pululando, divirtiéndose, interactuando en el rol de que se han provisto.....y claro, ese personaje está sometido al yo real. No es como un videojuego, una imagen que no existe que uno asume en un momento dado. El otro yo existe, y se le da sustancia, e interactua, y juega, y gana, y pierde.....y cuando pierde....¡ay! .... me están tratando como a un personaje, y no respetan lo que hay detrás, que por encima de todo soy ..........
La verdad es que resulta patético tanto lamento. Sobre todo porque hay ciertas cosas que, como el valor en el ejercito, se dan por descontado. Claro que el ejército, y la guerra, no son un videojuego. Como la extensión de un personaje virtualmente. Quizá, sólo digo quizá, es necesario tener presente lo que le puede ocurrir a uno cuando se mete en un juego. Sobre todo si existe la posibilidad cierta de que no pueda controlar sus consecuencias.
Humananente hablando, naturalmente.
Por eso, cuando ahora leo repetidamente los lamentos de todos aquellos que sienten que a veces se les trata anteponiendo la circustancialidad de su personaje a su ser elemental de persona, pues hay algo en mí que se remueve. Se remueve porque percibo una falta general de respeto que nace de ellos mismos. No sé si el problema reside en que es divertido crearse una ficción (es tan fácil elaborar un yo virtual, ó 20) y creérsela, o qué pasa. Mientras el asunto va bien, se deja que el personaje tome preeminencia sobre el yo. Cuando eso se controla, estupendo. Mas resulta que hay miles de yoes virtuales pululando, divirtiéndose, interactuando en el rol de que se han provisto.....y claro, ese personaje está sometido al yo real. No es como un videojuego, una imagen que no existe que uno asume en un momento dado. El otro yo existe, y se le da sustancia, e interactua, y juega, y gana, y pierde.....y cuando pierde....¡ay! .... me están tratando como a un personaje, y no respetan lo que hay detrás, que por encima de todo soy ..........
La verdad es que resulta patético tanto lamento. Sobre todo porque hay ciertas cosas que, como el valor en el ejercito, se dan por descontado. Claro que el ejército, y la guerra, no son un videojuego. Como la extensión de un personaje virtualmente. Quizá, sólo digo quizá, es necesario tener presente lo que le puede ocurrir a uno cuando se mete en un juego. Sobre todo si existe la posibilidad cierta de que no pueda controlar sus consecuencias.
Humananente hablando, naturalmente.
Te mienten, y te ayudan a dar forma a lo que no eres, a lo que no quieres ser.
Los espejos te mienten porque tú te mientes antes ellos. Los espejos te mienten porque tú deseas que lo hagan. Te mienten porque buscas que te digan lo que quisieres saber.
Sólo hay un modo de que un espejo te diga la verdad. Pero no depende de ti, de tu deseo, de tu voluntad.
Sólo cuando el reflejo esté desnudo de todo ello, cuando no te haya sido posible modelar aspecto alguno de tu imagen, te dirá la verdad.
Sólo cuando dejas de mentirte te dicen la cristalina e insondable verdad.
Sólo en ese momento.
Sólo.