"Me daba igual el sitio, el espacio, sin mazmorra, daba igual. Lo esencial es invisible a los ojos... "
Uy....que va. Eso es del principito, para niños.
Lo esencial lo captas con todos tus sentidos,
La Mirada,
El Sabor,
El Olor (¡me aspiras, literalmente!)
El Oído,
Y el Tacto....¡cómo te cambia toda la expresión con el tacto!
No, el corazón no tiene nada que ver en esto.
Eso es literatura para quien está ciego.
Sordo.
Mudo.
Sin piel ni olfato.
Ni intuición.
La intensidad del sexto sentido.
Porque, afortunadamente, tus ojos sí ven.
Y muy bien, además.
Un acto voluntario, consciente, origen de una decisión.
Sin embargo, cuando notas el nudo en tu vientre, sabes que a partir de ese instante es mi decisión la que cuenta.
Entrega, dices que es entrega.
Otorgada según la valía de mis méritos.
Sin embargo, cuando sientes clavarse la mirada que desnuda tus pensamientos y te sientes transparente, sabes que no das nada, simplemente tomo lo que quiero sin que puedas hacer nada.
Entrega, dices que es entra.
Una suerte de equilibrio pactado, quid pro quo de placeres complementarios.
Sin embargo, cuando al dibujar tu contorno sin tocarte hace que se desborde tu humedad y provoque un inevitable jadeo, comprendes que el control de tus actos hace tiempo que dejo de estar en tus manos y en tu mente.
Entrega, dices que es entrega.
Que solo se produce como consecuencia de sentirte protegida, sometida, cuidada.
Y sin embargo sabes bien lo que sientes con cada humillación, con el uso inclementemente que hago de ti, convertida en la más arrastrada de las putas, en mero objeto de placer, y que eso, solo eso, basta para que tu voluntad deje de actuar y te conviertas en un reflejo de mis deseos.
Y entonces, ya no hablas de entrega. Tan solo deseas estar ahí. Tomada por mí. Para mí.