viernes, 30 de septiembre de 2011

Infiniftud

No soy infinito. Sí, es una obviedad, nadie lo es, pero a veces cierta inconsciencia me hace creer que soy eterno. Quizá son esos momentos en los que el tiempo se desliza perezoso, gota a gota, en los que parezco contar los pulsos de un latido, o siento disociarse la mezcla de los gases del aire mientras respiro. Esa aparente capacidad de penetrar en instantes índivisibles y observar las mutaciones que de ordinario están vedadas me lleva a interpretar que me convierto en un ente acorde con esa percepción no real.

Pero no lo soy, no. Ni tengo esa capacidad que es más onírica que tangible, ni oigo pulsos ni veo gases. Aunque siento como si así fuera.

Hasta el eter es limitado. Y yo no voy a ser menos. Seguro que es fácil de entender




Sí es fácil



domingo, 18 de septiembre de 2011

Primer martes de Septiembre

Nos hemos citado para pasar la tarde juntos. Segundo encuentro, segunda sesión. Está nerviosa, pero no tanto como la primera vez. Aunque es incapaz de fijar la mirada. Me gusta. Tenemos un trayecto largo hasta nuestro destino, y voy aprovechando para tensarla y relajarla, alternativamente. Disfruto del juego, y su disposición es buena. De camino al hotel, compramos chocolate, un antojo compartido. Tenía un esbozo de plan previsto, pero su indumentaria, unas mallas negras y una fina camiseta a juego, junto con una minifalda vaquera, me hacen cambiar sobre la marcha de juego. Sí, una ropa ideal para jugar con las cuerdas, blancas. El efecto visual le dará un plus a todo el acto, tanto que merece la pena cambiar el guión original.

En la recepción, pasa los nervios de costumbre. Y eso que en este lugar están acostumbrados a visitas como la nuestra y son asépticamente amables, sin entromenterse ni hacer notar lo evidente. Pero hay comportamientos que son díficiles de cambiar, y además, disfruto con su estado.

Subimos, y empieza el juego. No se calla, se que son los nervios, y en parte, su punto irreductible, que siempre muestra. Ni arrodillada guarda silencio, y los azotesno la convencen así que le pongo una pinza en la lengua. Surte un efecto doble, porque por fin entra en situación y se deja hacer. Así, tal y como está, la dejo sin moverse, y comienzo a preparar todo el material, despacio, con calma. La veo revolverse, inquieta, pero la pinza consigue silenciar su boca y retener su mente.

Tras unos instantes y preeliminares, paso a las cuerdas. Resaltan sobre su indumentaria negra, ajustada a su piel....sí, el cuadro es estimulante, y lo noto en su mirada, y el modo en que se deja hacer. Desaparecen los nervios, y comienza a salir ese otro yo que la hace ponerse bajo mi mano. Sus ojos transmiten las sensaciones que se convierten en emoción, y una vez acabado el montaje, la llevo ante el espejo. Luce bella, sí, y no sólo estéticamente. La cuerda marca sus curvas y pliegues, y muerde con levedad. Aunque el mordisco lo nota principalmente en su interior.

Fue como abrir una compuerta.....a partír de ahí, dejó de temer, dejó de hablar, y se dejó hacer. Experimente con ella, con sus límites, con su cuerpo, con su piel, con su deseo, con su curiosidad....y siempre podía más.

Acabó con su cuerpo cubierto de cera y sudor. Y algo, poco a poco, va cambiando en su interior. Al final,con la relajación posterior al juego volvió a aparecer el temor, la cautela, ahora, con la conciencia de haber ido de nuevo, un poco más allá. No acabó en plenitud, por que sabe lo que ha hecho, a donde a llegado y empieza a intuir lo que significa para ella. Y para mi.

Volverá a bajar, y a subir. Habrá retrocesos, y más miedo, y nuevos temores, y el esencial que le frena, y que puede que nunca libere. Pero está en el camino. Sin duda, lo está.

Reencuentro

Tuvo dos fases la vuelta. La primera cita estaba revestida de una aura brumoso. Tenía claras cuales eran las opciones, y estaba prácticamente decantado por una de ellas, pero no quería hacerlo sin dejar hablar a mi intuición.

La charla no fue tensa, pero tampoco tan fluida como acostumbra. Tenía mis cinco sentidos puestos en cada gesto, cara reacción, cada silencio, cada mirada....y me pareció ver algo que no había previsto.

Percibí miedo. Su miedo. No a mi. Ni a lo que hacemos. Es miedo a ella misma. Sí, hay una barrera, y me dijo que nunca podré pasarla. Hacerlo sería como abrir una grieta en un dique que liberaría un torrente incontrolable. Un trágico error, si aconteciera. Y ese miedo explica esas reacciones.

Fui inusualmente claro y explícito. Le dije que esa cita iba a ser la definitiva. Pero que no contaba con ese miedo. Y que no estaba seguro de que el conocer ese nuevo factor fuera a aportar estabilidad. Aunque en mi fuero interno sentí que se relajaba la tensión. Ahora me falta saber si es por que efectivamente se relajó, o por que yo quería que así fuese.

Eso, lo sabré más adelante

sábado, 3 de septiembre de 2011

Un dedo - Disgresión nocturna

una disgresión nocturna poco apreciada......no lo llamaría fruto de la inspiración, ni siquiera del deseo solitario o resultado de tres copas en proceso de digestión. Pero, ahí queda

sí, quizá necesites un dedo

primero, con la ayuda de otros, venda tus ojos

después, lentamente, comienza a recorrerte; tu pelo, tu nuca, detras de las orejas, el cuello, la línea de las claviculas, al centro de tu pecho. Se adapta al terreno, y comienza a trazar círculos, subiendo, bajando, variando la presión, siempre leve, siempre incisiva. Se sigue enredando en tu cabello....


pero no es ahí donde quiere jugar. Sigue bajando, pasa por tu vientre, encuentra por encima de la fina tela el hueco del ombligo, hace círculos de nuevo, tratando de averiguar si se esconde tras el el nudo que denuncia el ansia y el deseo.......

y sigue bajando, ya por el monte de venus, mezclando curvas y rectas, hasta que halla la endidura , la detecta por su calor, antes que por su forma, y la moldea, aún sobre la ropa. Atraviesa la primera capa de tejido, y pasea por encima de la segunda; breve, suave, como anticipo de lo llega. Juega de nuevo, con los elásticos, y suavemente, guiado por la calidez que impregna a la humedad, por fin, acaricia la carne......

se divierte un rato, dibujando los pliegues, delimitando los contornos, lubricandose con aquello que volcó el temperamento ardiente entre los muslos.....y encuentra su camino, ya abrazado por los labios que sin susurrar le alientan y le llaman........

este es el primer dedo......