martes, 23 de junio de 2015

Iconos

La tarde se acomoda en una tibieza aún propia de la estación. El ambiente es casi fresco, aunque no tanto como para permitir que la piel desnuda no resulte incómoda. No al menos por la temperatura. Como de costumbre, a una indicación casi displicente de la mano derecha, se desnudó por completo, salvo por el metal y el cuero ceñidos firme y estratégicamente también en los lugares habituales.

"Quita todo de la mesa y arrodíllate sobre ella"

La posición es absolutamente expuesta, el sonido del metal sobre la madera, la cabeza entre los brazos, sin ver nada, y los pasos alrededor, lentos, premeditamente lentos, eternos.

"Enumera las faltas que tienes pendiente de correción, y escoge una"

Sólo hay dos, leves, pero sabe que da igual la gravedad de las mismas. Hoy toca disciplinamiento, y la intensidad del castigo será proporcional a lo que estime quien ha de administrarlo.

"¿Cuántos azotes crees que merece eso?"

Toda la puesta en escena es arrebatadora. Los tiempos, las pausas, el susurro en la respuesta, la firmeza en las preguntas, la caricia de la fusta sobre las nalgas, los tirones de pelo, el juego con el número, la intensidad, el temor.....

Sin previo aviso, el dibujo que silba en el aire se apaga con un golpe seco sobre las nalgas ofrecidas y tiene una breve continuidad con el gemido de dolor contraído, al tiempo que la humedad comienza a mostrar las distintas caras de ese instante.

Un verdadero icono hecho carne. Como debe ser. Y comienza la cuenta, cálida cuenta en el frescor de una tarde que se presenta larga e intensa.


viernes, 19 de junio de 2015

Coartadas

Mis sensaciones son muy particulares en ocasiones. Quizá demasiado. Lo obvio o evidente adquiere para mi una consideración muy alejada de lo que suele ser comúnmente aceptado. Y las palabras toman y pierden acepciones con inusitada flexibilidad.

Hay quién necesita referencias del mundo afectivo convencional para encauzar, comprender (o evitar tratar de comprender) lo que le mueve por estos oscuros lugares. Y hay quién es capaz de vivir experiencias cambiando incluso sus axiomas básicos de comportamiento y vida.

Los segundos son raros. Y los primeros no suelen comprenderles. Yo me quedo con los últimos. Miran diferente y no necesitan coartadas. Y me gusta.

PD1 Es curioso, he coincidido con bastantes personas por estos oscuros lugares (sí, cursi y convencional modo de identificarlo), y muy pocas (realmente muy pocas) pertenecen según mi percepción al grupo dos. Sin embargo, nadie se ve exclusivamente en el uno. Como mucho, admiten tener un pie en cada grupo. Y ...... son excluyentes. Es curioso, sí.

PD2 Un refinamiento. El grupo no sólo viene definido por la capacidad de la persona en sí, si no por también por el ámbito en el que se desarrolla. Así, en algunos ámbitos se está en el grupo uno, y en otros en el dos. Otra cosa es que haya cambios de grupo con el tiempo. Pero suele ser en cuestiones (i.e., ámbitos) accesorias.

martes, 9 de junio de 2015

Disfrutar

"Quizás es que no sé a qué deseo llegar, sólo tengo una leve idea de lo que quiero..."

Es normal, crees querer algo, las imágenes, tan icónicas, despiertan un deseo inmaterial, luego pruebas, y descubres que las sensaciones vienen más de dentro, que la piel es un vehículo, la vista un catalizador y acabas por saber que eres en la medida que alguien te hace ser y tú le haces ser.

Entonces te empieza a dar igual lo que leíste, lo que viste, lo que te contaron, lo que creíste desear. Y te resbalan las opiniones, las mentes pequeñas, y vas por la calle sintiendote por encima de todos los que te rodean, que no sospechan las cosas que se pueden llegar a sentir y a hacer sentir, y de que manera.

Más tarde, averiguas que el contraste y la dualidad lo preside todo, y que aquello de más dura será la caida es peor desde lo alto de la montaña rusa, y ahora quisieras ser uno de esos que no siente tanto, que parecían tan abajo y ahora resultan inarbarcables. Aburrida y protegidamente seguros en su mundo parcial.

Pero el aroma del disfrute te envuelve, sin lugar a la nostalgia, y despierta esa chispa ahogada que te obliga a reinventarte siendo lo que nunca fue, aunque ahora conoces el terreno, y los olores, y las miradas, y el deseo pervertido es un inseparable amigo inmisericorde y silencioso.

Y vuelves a disfrutar. Realmente, nunca dejaste de hacerlo. Y es que al final, se trata de eso.

lunes, 1 de junio de 2015

Marear la perdiz

Pues....tienes razón, sí. Una táctica de perdedores. Y es que no tomar por miedo a perder es tan absurdo.

Y claro, el eterno pelado de la pava solo atrae a procastrinadores eternos. Y no.
Es cuestión de ser coherente y claro. No creo que nadie vaya a escandalizarse. Y menos en ciertos lugares.

Se trata de placer, con las sensaciones que se necesiten, pero sin sentimentalismos asociados. Y es que se tiende a mezclar tanto las cosas.......

Así que te haré caso. Y si no se me da bien, el día menos pensado me tienes allí para rendir cuentas. Que puede estar divertido.