miércoles, 13 de abril de 2011

Reflejos

El aire tibio de la tarde apenas corría entre las paredes de cemento. La algarabía de voces infantiles inunda todo en un espacio que, aunque amplio, la altura de las paredes y el fragor de su actividad hace que parezca pegajosamente pequeño.

Los juegos se suceden por todas partes. Carreras, cuchicheos, patadas, pelotas volando, pequeñas maldades, peleas, competencia. Un microcosmos proyecto del mundo por venir en apenas unos años.

Entre todos ellos, dos niños juega a inmovilizarse. A ver quien se pone encima del otro y evita que el vencido se pueda zafar. Se alternan triunfos y derrotas, sin mayor trascendencia. Hasta que en un momento dado, se anuncia la partida de uno de los autobuses que llevan a casa cada tarde a toda esa muchedumbre vocinglera. El vencido, en ese momento, se da cuenta que debe salir corriendo. Se lo dice al vencedor, que en contra de lo que espera, ni se inmuta. Comienza a ponerse nervioso "voy a perder la ruta", y nada. Sigue con un gesto aparentemente inexpresivo. El nerviosismo se convierte en ira, chillidos y llanto. Se cruzan dos miradas intensas, y el vencido nota que el vencedor es capaz de dejarle allí sin mover un músculo. Odio y temor, contra una mirada ¿vacía? .... no lo se. Por fin, le deja ir, con el tiempo justo para llegar a una ruta, que en cualquier caso, le habría esperado.

Eran amigos, y después lo siguieron siendo, aunque ya no fue igual. El vencedor recuerda, con sorpresa, como disfrutó del momento. Jamás se lo dijo a nadie. Pero no lo olvidó.

"Eres un capullo.....un hijo de puta".......

En esas palabras de hoy encuentro el reflejo de aquella mirada de ayer.