lunes, 15 de agosto de 2022

Calor en blanco y rojo

 

Calor....vas a la nevera, y hay una botella de leche, fría, blanca, cremosa.

La llevas a los labios, bebes mientras dejas caer por la comisura de los labios el líquido a tono con tu piel, a juego con tu deseo, extendiendo la humedad por distintas zonas de tu cuerpo. Líquido que busca su camino cuello abajo, distribuyéndose por las curvas del pecho redondo, generoso, pleno, ansioso, y que acaba por llegar al pezón ayudado por tus movimientos cada vez más voluptuosos, lúbricos, incitantes, perversos. Y así encauzada en una danza obscena, comienzan a caer gotas de las puntas duras y erizadas, como si manase toda la blancura de tu interior, dando forma a un deseo cálido de génesis oscura, en contraste con el rastro helado y blanco sobre la piel de temperamento rojo....

Dedicado a una valquiria pelirroja poco paciente que malgasta su potencial en exhibiciones intrascendentes

viernes, 12 de agosto de 2022

Una historia imaginaria con aroma a profecía

 

Vamos en un taxi, y desconoces nuestro destino. Allí, en el asiento de atrás, te pongo una máscara de cuero que te tapa la vista y deja libre tu boca, y un collar al cuello con su correa.

Vistes con medias, zapatos, un corsé ceñido y una gabardina

El taxi nos deja en la puerta de un local, y entramos, llevándote de la correa.

Una vez en nuestro destino, te hago quitar la gabardina, pido una bebida, me siento y tú te arrodillas a mi lado. Oyes voces, y personas que me preguntan por ti

En ese momento están azotando a una mujer en una especie de escenario. Tú solo oyes, hueles; tienes la piel erizada, y mi mano te acaricia la espalda

De vez en cuando mojo los dedos en la bebida y los acerco a la boca, y lames con intensidad y fruición, mezcla de nervios, deseo y tensión.

Cuando acaban los azotes, notas como tiro de la correa, te levantas y me sigues. Sabes que estamos en el estrado.

Allí les anunció que eres una puta que disfruta de ser exhibida y humillada. Invito a quien quiera que suba a comprobar lo mojada que estas

Lo hacen, y notas dedos abriendo tu sexo y que luego te llevan tu propia humedad a la boca.

Cuando acaban de inspeccionarte, te digo al oído, “córrete, putita”

Y lo haces.

Aunque no hace falta, me dirijo a la audiencia explicando lo que ha pasado, y ante la mirada atónita de muchos, te lo vuelvo a ordenar. Y lo vuelves a hacer, todas las veces que te lo ordeno.

Alguien dice si su esclava puede limpiarte el coño.

Digo que sí, y a ti te digo que no puedes correrte mientras lo hace.

Tras unos minutos de delicada y concienzuda dedicación que a ti seguro te han parecido horas, finaliza el trabajo de limpieza, y así, una vez lista y preparada para ello, nos despedimos de tan grata compañía.

Te doy un beso suave en los labios, y abandonamos el local. Ya es noche cerrada, y no echas de menos la gabardina. Toda tu atención está en el pálpito salvaje de un vientre que necesita más, mucho más. Una simple palabra imperativa de tres sílabas dicha al oído es suficiente.

Y el camino a casa puede ser muy largo.

 

Pero no, no hubo nunca opción de  tomar el camino a casa. Hace meses que sabía que sería así. Fue un juguete divertido. Lástima de potencial perdido por falta de voluntad.