Vamos
en un taxi, y desconoces nuestro destino. Allí, en el asiento de atrás,
te pongo una máscara de cuero que te tapa la vista y deja libre tu
boca, y un collar al cuello con su correa.
Vistes con medias, zapatos, un corsé ceñido y una gabardina
El taxi nos deja en la puerta de un local, y entramos, llevándote de la correa.
Una vez en nuestro destino, te hago quitar la gabardina, pido una
bebida, me siento y tú te arrodillas a mi lado. Oyes voces, y personas
que me preguntan por ti
En ese momento están azotando a una mujer en una especie de
escenario. Tú solo oyes, hueles; tienes la piel erizada, y mi mano te
acaricia la espalda
De vez en cuando mojo los dedos en la bebida y los acerco a la boca, y
lames con intensidad y fruición, mezcla de nervios, deseo y tensión.
Cuando acaban los azotes, notas como tiro de la correa, te levantas y me sigues. Sabes que estamos en el estrado.
Allí les anunció que eres una puta que disfruta de ser exhibida y
humillada. Invito a quien quiera que suba a comprobar lo mojada que
estas
Lo hacen, y notas dedos abriendo tu sexo y que luego te llevan tu propia humedad a la boca.
Cuando acaban de inspeccionarte, te digo al oído, “córrete, putita”
Y lo haces.
Aunque no hace falta, me dirijo a la audiencia explicando lo que ha
pasado, y ante la mirada atónita de muchos, te lo vuelvo a ordenar. Y lo
vuelves a hacer, todas las veces que te lo ordeno.
Alguien dice si su esclava puede limpiarte el coño.
Digo que sí, y a ti te digo que no puedes correrte mientras lo hace.
Tras unos minutos de delicada y concienzuda dedicación que a ti
seguro te han parecido horas, finaliza el trabajo de limpieza, y así,
una vez lista y preparada para ello, nos despedimos de tan grata
compañía.
Te doy un beso suave en los labios, y abandonamos el local. Ya es
noche cerrada, y no echas de menos la gabardina. Toda tu atención está
en el pálpito salvaje de un vientre que necesita más, mucho más. Una
simple palabra imperativa de tres sílabas dicha al oído es suficiente.
Y el camino a casa puede ser muy largo.
Pero no, no hubo nunca opción de tomar el camino a casa. Hace meses que sabía que sería así. Fue un juguete divertido. Lástima de potencial perdido por falta de voluntad.