miércoles, 29 de agosto de 2018

La última media hora


En la última media hora ha traspasado más fronteras que en los diez años anteriores. Y sin embargo, parece que todo es natural. Hace quince minutos no era capaz de abrir los ojos ante el espejo y verse así, tan zorra y jadeante. No una zorra estética de esas que tanto se venden por ahí, no. Una zorra con un furor que brota de su vientre y se expande por todo su cuerpo sin que pueda evitarlo en modo alguno.
Así, ahora, boca abajo, caderas levemente arqueadas y piernas abiertas, está absolutamente ofrecida, y parece que lleva haciendolo toda la vida, a la vez que no se atreve a ver su reflejo. Quizá porque le basta con sentirlo en su interior.
Pero hay más. Al sentir el golpe de la fusta sobre la tela que cubre levemente su sexo, da un sorprendido respingo adornado con un gritito breve que se convierte de inmediato en un suspiro lascivo. Y así ocurre con el segundo, y el tercero y de repente, para mi sorpresa, alza la grupa y entierra la cabeza en la cama para ahogar los gemidos.
Y aúna en esa postura la autenticidad y elegancia de la más zorra.
Naturalmente, siguieron los golpes de fusta, y aumentó la altura de la cadera a la par que la humedad y la intensidad de los sonidos que escapaban de su boca. Y no tardó en pedir (acababa de aprender a pedir un poco antes) el preceptivo permiso para acabar. Que, por supuesto concedido fue. Semejante zorra no nace todos los días.

Opinión, Ángeles y Demonios


Sin ánimo de ofender, por petición.
Sobra opinión, principalmente tanta y tanta sin fundamento.
Sobra inmediatez e impulsividad.
Diría que sobra cierta juventud (a ciertos lugares hay que venir bien follado , harto incluso) y sobra erotismo de pantalla y papel.
Sobra mala baba y chisposidad de maja encastillada (o de chulo resultón)
Sobran comportamientos gregarios, casi de rebaño.
Sobra el deseo de normalizar (dejad que los raros lo seamos a gusto y según criterio propio e individual)
Sobran -ismos inclusivos sólo para lo que alienta su pretendida exclusividad
Sobra el "totum revolutum"
Sobran tarados y faltan raros.
Sobran las orejitas de gata (¿imaginan por ventura un vídeo de Master Keith o del Club Doma con alguien luciendo semejante alamar?)
Y falta madurez, estilo, frialdad y reflexión.
Y personalidad.
Y comprender, o al menos asumir, que el que yo no vea o perciba algo no significa que no sea posible o no exista. Y que lo que no veo no lo voy a poder alcanzar, me ponga lo estupendo que me ponga.
Falta saber que se ha de poder, no basta con querer.
Falta educación y un respeto elemental por el otro.
Falta valor.
Quizá lo único que falta es que Facebook permita publicar culos, coños, pollas y tetas.
Espero que pase pronto ya.

miércoles, 22 de agosto de 2018

El quiebro quebrado

La vergüenza crece en su interior. La vergüenza y el ansia incontrolable se mezclan creando una intensa sensación de humillación. Aún así, permanece en la posición que se le ha indicado, retorciéndose entre las necesidades contrapuestas de parar y seguir.

"Pararía ella, seguiría la otra. Dios mío, que conflicto. Y mientras él sigue ahí, tan pichi, displicente casi, sentado, ¿qué sentado? ¡tumbado! en el sofá, con una sonrisa que se le antojaría burlona si no fuera porque los ojos, ¡uffff, los ojos, ¿por qué me mira así?! dicen otra cosa.

Los ojos están llamando a la otra. Esa puta indecente. Y descarada, pues, ¿no va jodía y me dice que quiere salir? ¿Y yo, qué?"

La línea recta es una quimera, y en su rostro se dibujan una por una todas las líneas reflejo de la batalla que se tiene lugar en su interior. Intensa, intensísima lucha. Casi desgarradora. El rostro se crispa por momentos, y un lamento continuo se mezcla con suspiros de placer en una combinación imposible.

"Abre los ojos y mírame. Jo, encima quiere que le mire. No puedo. Sigue teniendo ese brillo frío, decidido. Tan seguro. Como odio esa seguridad, sobre todo ahora. Me desarma, me hace pequeña, me obliga. Dios mío, no puede ser. Estoy más y más excitada. No puede ser. ¿Y qué dice ahora? Joder, lo sabe todo. Y no se contenta con eso, no, quiere que yo le pida que siga. ¡No!...por favor, no pares....que capullo, si no le pido que siga, no va a seguir....uffff"

"Yo no pido" dice muy digna, recomponiéndose levemente. No, ella no pide. Pero no es a ti a quien se lo digo. Es a la otra. La puta descarada. Sí, sé que están las dos. Así que pídemelo. Porque la otra sí pide. Y quiere hacerlo. Y tú quieres, deseas tanto conocer a la otra, ¿verdad?

"Por favor, Señor.......siga. Por favor"

El gesto se suaviza levemente, y ya no hay crispación, sólo intensidad y deseo. Ya no se oye el lamento, y los suspiros van creciendo en intensidad.

Y en naturalidad. Como debe ser.