domingo, 31 de enero de 2010

Sumisa

sumiso, sa.


(Del lat. submissus, part. pas. de submittĕre, someter).

1. adj. Obediente, subordinado.

2. adj. Rendido, subyugado.

La primera acepción está bien clara. Todo lo demás, mientras ésta no se cumpla, es literatura y ganas de manipular una realidad diferente.

martes, 26 de enero de 2010

Serenidad expresiva

Flotaba una vaga sensación de excepcionalidad, revestida por una asombrosa seguridad colectiva en que algo único iba a tener lugar. Pero no, no había excitación. Curiosa mezcla, que infaliblemente fijaba en cada alma la certeza de lo que se acercaba, tan desconocidamente real. No había estridencias, y se podria detectar una especie de comunión en tamaña alineación de convencimientos. Aumenta la penumbra, decrece el aliento y comienza lo irreal. No hay tensión, y la suavidad comienza a acariciar y envolver todo el espacio. Una suavidad alternativamente queda, furiosa, trágica, vehemente, delicada, sutil, explicita, evocadora, que hincha y vacia las almas a cada toque (y hubo miles). En lo más parecido a un éxtasis inmaterial, una ola intangible me eleva con mimo, envolviendome en un halo de irrealidad, deteniendo el tiempo y limpiando mi mente. Ni siquiera soy yo. No hay fronteras, ni límites, mientras cada uno de esos sabios toques moldea la niebla que me suspende, invadiendo cada rincon de lo que ya no es mi ser. Un rayo de luz que trata de despertarme me devuelve poco a poco a la consciencia física, y se que el tiempo vuelve a pasar.


Abro los ojos, y dejo caer la mirada hacia el ojo de ese huracán tranquilo. Y dentro de mi algo me dice que ese periodo robado al universo me ha acercado a la eternidad.......

viernes, 22 de enero de 2010

Estímulos perdidos

Sonreía, a pesar de que el cansancio de la semana ya hacia mella en el ánimo de todos. El dia no tuvo nada que destacar, y quizá por eso, se sentía tranquilo. Contento incluso. Los pequeños dramas cotidianos le parecían divertidos, y su buen humor era contagioso. Casi casi, sospechoso. Hilvanaron una conversación, con las interrupciones habituales, mas esta vez nada parecía poder estropearla. Un día anormal, por la ausencia de sobresaltos o contrariedades. O quizá fuera el espíritu de todos, tan extrañamente positivo. Ella le propuso algo, particular. No es que le entusiasmase, pero en el fondo, ni le afectaba ni le importaba demasiado. Desde siempre, fueron muy autónomos, aunque eso no evitaba que se consultaran o se hiciesen partícipes de todas sus decisiones.


Fue el matiz lo que le golpeó. Fríamente, y aplicando la lógica, era muy razonable la argumentación. Pero la comparación resultaba abrasadora. Sintió un pinchazo duro, seco, a traición casi. La miró, y le dijo que de acuerdo, como prefiriera. Pero sus ojos estaban ya perdidos, incrédulos, abatidos. Ella comprendió su error, inmenso error, al instante, pero el daño estaba hecho. No hubo más palabras. No hubo nada más. Comprendió que en si mismo ya no era suficiente. Quiza lo comprendieron ambos. Y el silencio lo cubrió todo.

miércoles, 20 de enero de 2010

Fiebre del oro

Parece algo del pasado. Fue una quimera para miles de personas, alcanzada por unos pocos. Y esos pocos realimentaban la espiral. Creó ciudades, exploró territorios, acabó con unos cuantos, descubrió minas, y al final, cuando pasó el aluvión, la historia siguió su curso, con otras fiebres y otros lugares. Era un movimiento colectivo, trufado de enfebrecidos individuales. A la caza, a la busca, deseando encontrar, cambiar, romper con el pasado, soñando una nueva vida aún a riesgo de caer en el intento y no llegar a alcanzarla jamás. Pero había tan poco que perder.........


Búsqueda, encontrar, dejar atrás, cambio, nuevo......al abrir el abanico y mirar a los lados, más allá de mi primera intención, me encuentro con algunas constantes. Como leyes inmutables en un universo finito y aislado. O quizá sean pequeños microcosmos que vagan obedeciendo a esas leyes sin tomar consciencia de su existencia. Tan sólo la intuición, como una capa uniformadora, hace que discurran con un extraño paralelismo. La intuición, ¿o es algo que los puso a todos en la misma dimensión? ¿Algo que los ordena caóticamente, con un determinismo tiránico e implacable?. No son iguales; uno a uno; parecen no tener nada en común. Tan sólo están marcadas de un modo indeleble, imbricadas en su naturaleza, las constantes de la ecuación .... búsqueda, encontrar, dejar atrás, cambio, nuevo. La quimera del tiempo actual. Los individuos formando un grupo (que no una masa) sin pretenderlo. El territorio ahora mira hacia dentro, la vida no es miserable a pesar de lo que dicen los espejos (¿o lo que se interpreta en ellos? ), no hay deseo de ruptura y si de riesgo. Incomodidad e insatisfacción a tiempo parcial.......nada desdeñable, ni nada vital.

¿qué fiebre es esta? ¿dónde comienza? ¿tiene final? ¿me lleva con ella o tan sólo la veo pasar?


jueves, 14 de enero de 2010

Estallido

La voz es queda. No tiene un tono brillante de por si, pero la vibración que suele denotar la excitación o el ansia está ausente ¿o no?. Si, está ausente. Pero hay ansia. Y hay excitación. Agazapados tras una cortina que parece un jirón arrancado de la nube más negra. Se percibe la tensión. Pero la voz, esa voz con un fondo habitual de deseo, ¡es tan queda!. Escupe algunas palabras. La tensión, de nuevo, más presente. Pero no disfruta de la sensación; no disfruta de nada. Un peso invisible, sin forma ni método la aprisiona inmisericordemente. Y la voz, cada vez más queda, luchando por salir. No encuentra alivio en esas palabras, en toda la suave delicadeza que se le brinda. El peso, la niebla, la tensión, el ahogo. Y aparece el primer relámpago. Tiernamente seco, evocadoramente directo, reclamando su condición sin piedad. Silencio denso, oscuro, tras el baño de luz. Y estalla el dique que libera el torrente. Pasan unos segundos , unos minutos inconsolables, lentos, con olor a tierra mojada y a sal seca. La tension cede, el ansia se libera, la excitación crece, y continuan manando la sal y el agua, deshaciendo la nube, el nudo de su alma.......cae rendida, exhausta, a los pies de él, murmurando una letanía en una jerga ininteligible, pero llena de dolor y gratitud. Vuelve a sentir, vuelve a sentirse. Reconoce la senda, en la cual debio refugiarse, a donde debio acudir sin dudar. La voz sigue siendo queda, pero , tenuemente, vuelve a vibrar