jueves, 14 de enero de 2010

Estallido

La voz es queda. No tiene un tono brillante de por si, pero la vibración que suele denotar la excitación o el ansia está ausente ¿o no?. Si, está ausente. Pero hay ansia. Y hay excitación. Agazapados tras una cortina que parece un jirón arrancado de la nube más negra. Se percibe la tensión. Pero la voz, esa voz con un fondo habitual de deseo, ¡es tan queda!. Escupe algunas palabras. La tensión, de nuevo, más presente. Pero no disfruta de la sensación; no disfruta de nada. Un peso invisible, sin forma ni método la aprisiona inmisericordemente. Y la voz, cada vez más queda, luchando por salir. No encuentra alivio en esas palabras, en toda la suave delicadeza que se le brinda. El peso, la niebla, la tensión, el ahogo. Y aparece el primer relámpago. Tiernamente seco, evocadoramente directo, reclamando su condición sin piedad. Silencio denso, oscuro, tras el baño de luz. Y estalla el dique que libera el torrente. Pasan unos segundos , unos minutos inconsolables, lentos, con olor a tierra mojada y a sal seca. La tension cede, el ansia se libera, la excitación crece, y continuan manando la sal y el agua, deshaciendo la nube, el nudo de su alma.......cae rendida, exhausta, a los pies de él, murmurando una letanía en una jerga ininteligible, pero llena de dolor y gratitud. Vuelve a sentir, vuelve a sentirse. Reconoce la senda, en la cual debio refugiarse, a donde debio acudir sin dudar. La voz sigue siendo queda, pero , tenuemente, vuelve a vibrar



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