viernes, 31 de mayo de 2013

Más oficinas

Parafraseando a Gabinete,

"oficinas, que lugares, tan gratos para conversar.

No hay como el calor de un azote en la oficina"

Un comienzo habitual. Aquel nick tan magnético nacido de la casualidad atraía los carácteres de curiosidad más perversa. Y quien se atrevía a acercarse a ese aura obligatoriamente tenía en mente una sucesión de placeres intensos aderezados con su dosis de dolor.

Y en este caso no era una excepción. Cuerpo de deportista y cabeza llena de deseos. Desgraciamente, las circustancias impidieron un contacto continuado, pero nos dejó algunos momentos inolvidables.

La hora adecuada era al mediodía, cuando se quedaba sola en su despacho, aunque no en la oficina. Me daba aviso y comenzaba el juego. Un juego de órdenes obedecidas que poco a poco le obligaban a ser más atrevida. El riesgo cierto de que en cualquier momento alguien pudiera sorprenderla la estimulaba considerablemente. Casi tanto como sentir como obedecía a un extraño y hacía cosas que en frío se habría negado simplemente a considerar.

Aquel día parecía especialmente dispuesta. Hasta entonces, los escarceos fueron breves, sin pasar a mayores. Siempre con falda (que gusto alguien así, que no haya que recordarle lo que me agrada), con un interior atractivo, en todos los aspectos. Normalmente, con una camisa, ideal para los juegos. Y la inequívoca voluntad de obedecer.

Se notaba ese deseo, así como las tensiones provocadas por un lado por la posibilidad real de ser descubierta en tareas particulares, y su propia pulsión sexual, habitualmente intensa. Poco a poco fue dejando que la piel tomara preeminencia sobre la tela, y el uso de los instrumentos que poblaban su mesa, mezclados con su imaginación y agitados con calma perversa iban dejando un rastro inconfundible. Sí, la silla daba fe de ello, y había que remediar la situación.

Puesta pues en jurisdicción, me dijo que necesitaba aliviar la urgencia, como nunca lo había pedido, y me solicitó humildemente poder ir al servicio. Así, tal y como estaba, arrodillada en el suelo, expuesta obscenamente y con ansia por ser satisfecha, es como habría de ir, si tanto lo deseaba. Naturalmente, dijo que no podía ser, que el riesgo era excesivo. Le ofrecí como alternativa hacerlo allí mismo, pero con una condición: No podía separar las manos ni las rodillas del suelo mientras obtenía satisfacción.

Me preguntó como hacerlo. Le pedi que me describiera su mesa, y lo hizo. Resultó tener unas patas redondas y de un diámetro suficiente. Le hice notar la forma y consistencia de tales elementos, y lo captó enseguida. Retrocedió entonces hasta que quedó aprisionada una de las patas entre sus nalgas, acercó la silla para poder limpiarla mientras era libre de mover su cintura como quisiera.

Dos minutos después, pidió permiso para vestirse. El agradecimiento iba implícito en ello. Por una vez, en estos juegos, lamenté no poder ver en una cara la sonrisa que me describió que tenía. Y que le duró una buena temporada.

Y es que a veces, las oficinas.....tienen tela. O falta de ella.


La caza del cazador, o la presa taimada


Es el juego original, reclamo de nada,
pues nada está destinado a tomar.

Ardientes pies de fuego que alzan la marcha,
exhalados suspiros entre bosques helados.

El grito, que llama, suave, intenso, taimado,
recorriendo las sendas ocultas, supurando de las entrañas.

Guiños que quien los conoce los sabe, y quien oscuramente observa los capta.
Deseos refrenados, en suma, pertenencias aún no descabezadas.
Y una mano traidora que llama.

Indudablemente, algo cambió de perfil en el reclamo.

Los matices hay veces que juegan a dos cartas, y otras nos toman por la espalda.
Y las sonrisas ambiguas hundirán de nuevo otro alma.
No habrá fortaleza que resista, por muy elevada que crea estar emplazada.

Mas, aún, está por conformase la batalla.

Invitaciones envenenadas

retorno de una nada
regreso sagrado
Ítaca desmenuzada
sin Penelope, con llanto

Desvarío febril, denso
aura caliente, verso frío
nudos rotos,
nudos creados,
nuevos, viejos, mezclados

Ira, dolor que remueven la calma
que desarman lo andado
devuelven máscaras de tiempos pasados

Calor, frío
y un Tormento que asoma
glacial, intenso
soberbio e inmisericorde

Entre aromas fétidos
cae la máscara, otra se levanta
y el dedo acusador estalla

Sin piedad, fluído animal
desgarra las entrañas
y desgasta otras almas

Calmas falsas, cantos de sirena
invitación de lances sin ruptura

y esos dedos. Y estos.

Y sobre todo estos,

jueves, 30 de mayo de 2013

Cargar la suerte

Había un ambiente de algarabía y jolgorio, propia de la expectación de las grandes tardes sobre el papel. Una figura de relumbrón en el ruedo, y dos meritorios firmemente encamindos a ser algo más a no mucho tardar. Por lo tanto, la plaza estaba llena de claveles, whiskeys y pañuelos prestos para salir. Todo estaba listo para que la tarde acabara en triunfo.

En los asientos habituales de la reventa, no había tanto guiri como de costumbre, pero se notaban. Las filas de japoneses que se irían al tercero, miscelanea europea y, como no, norteamericanos. Ruidosos estos últimos, seguros de si mismos. Entre medias, como compactando aquella amalgama heterogénea, los abonados que llevaban con esta ya casi 20 corridas aquel año, y que a pesar del cartel, no mostraban una excitación especial.

Comenzó la figura, con una faena vulgar, fuera de sitio, pero muy aparente. Efectista, que se decía en tiempos. Pinturera, mas sin un ápice de hondura ni emoción. La afición rumiaba el engaño, y aún no manisfestaba nada. El público en general, y por simpatía los yanquis en particular respondieron alborazados, como si aquello fuese el no va más. Uno de ellos, sentado al lado de un aficionado cabal, le miraba y se soprendía de su falta de entusiasmo. Tanto que le preguntó:

-¿No le ha gustado?
-Pues no, claro que no.
-Pero se ha jugado la vida
-Eso va en el puesto, y no se la ha jugado tanto como pueda parecer

Quedo sorprendido por las respuestas, pero no dijo nada, mientras flameaba un pañuelo como la mayor parte de los que le rodeaban.

Los dos meritorios siguieron una tónica similar, aunque no tuvieron tanto fervor popular jaleando sus faenas, tuvieron un reconocimiento inferior a sus méritos. Al menos a los ojos de aquel aficionado, y otros más.
El guiri seguía mirando, y preguntando de vez en cuando, pero no obtenía más respuesta.

La segunda faena de la figura fue igual a la primera, con el añadido de dejar pasar al mejor toro de la tarde sin torear. Eso exasperó a los silentes aficionados, y expresarón su disgusto con inusitada fuerza. Eso dio valor al extranjero a pedir una explicación.

-Señor, ¿qué ha hecho mal?
-Todo.
-¿Todo?
-Sí, para empezar no se ha puesto nunca en su sitio.
-¿Su sitio?
-Sí, su sitio. El toreo es una pelea, en la cual el torero debe vencer al animal, y lo consigue quitándole su terreno al toro. Eso se consigue cargando la suerte.

La cara del muchacho era un poema, y entonces el aficionado le explicó el por que. Según le iba ilustrando, iba asintiendo, y entonces, la casualidad quiso que en ese momento en el ruedo se obrara el milagro, y el torero se enroscó en un natural hondo, largo y templado al toro en la cintura. De repente comprendió lo que era torear.

martes, 28 de mayo de 2013

Aire fresco

"No permito que nadie llene de amargura mi corazón"

lunes, 27 de mayo de 2013

Cuando se paró tiempo


"Bajó del autobús, en aquella pequeña ciudad de provincias. El otoño iba cortando los días, y el sol calentaba aún lo suficiente para que las ráfagas de viento que se iban espaciando no resultaran del todo incómodas. Al entrar en el vestíbulo de la estación, le vio. Un gesto de contrariedad se dibujó en su cara. Tenía que cumplir unas órdenes muy concretas que esperaba disimular en los aseos, y ahora no podría hacerlo. Se colocó el pañuelo alrededor del cuello, aún sabiendo que él no tardaría en comprobar si había sido obediente.

Él se acercó como de costumbre, mirando a los ojos, fijamente, con una media sonrisa creciente tomando su cintura. Tras su presentación habitual, vio como se centraba en el pañuelo, y como la sonrisa tomaba un aire diferente. La conocía bien, y bajó los ojos.

- Me parece que no has cumplido con lo que te ordené. ¿Donde está el collar?

- En el bolso. Me lo iba a poner al llegar.

-Ya, y yo, ¿qué te dije?

- Que lo llevara puesto en el autobús

- Y tú has decidido que no. Bueno, ahora arreglaremos eso.

Fijó la mano bien en la cintura, y sintió como bajó hasta la nalga derecha, llevándola así hasta el coche. Ocuparon los asientos, y antes de arrancar, le mandó abrir las piernas y subirse la falda. Sí, desde luego, iba a comprobar el cumplimiento de todo lo indicado. Y comprobó que no. La mirada se hizo dura, y ni siquiera la visión de delicioso conjunto que estrenaba para él en esa ocasión la hizo ablandarse.

Se pusieron en marcha, y al tomar la carretera, sintió su mano acariciando entre sus muslos, y al llegar a la tela que no debía estar allí, notó como aprisionó con fuerza todo que estaba cubierto. Con tanta fuerza que se dobló hacia adelante por el dolor, y trató de desasirse. Pero la mirada dura le hizo apartar las manos, y la voz sonó más dura aún.

- Y ésto, tampoco. Parece que crees poder hacer lo que te viene en gana

Arqueó de improviso la caderas, y consiguió desasirse. Un sonoro azote en el interior del muslo la devolvió a la posición original, y la mano de nuevo asió con fuerza su presa.

- Está bien, veo que las palabras no te hicieron entrar en razón. Probaremos otra cosa.

El camino hasta el destino fue silencioso. Por fin en la habitación, le hizo desnudar y ponerse el collar.

- Así tenías que haber venido. Pero no te preocupes, no lo olvidarás.

Le vendó los ojos, y sintió como le ataba las manos y las fijaba al dosel de la cama. Estaba levemente de puntillas. Y entonces comenzó a detenerse el tiempo. Sintió dolor, por primera vez, sin placer asociado. Un dolor creciente, aplicado metódicamente, sin la menor intención de provocar sensaciones de deseo. Un dolor que se iba haciendo sordo, con punzadas insoportables. De vez en cuando una mano abría sus labios, que estaban secos, rigurosamente secos. El rictus de su cara reflejaba una tensión en aumento. Salieron los primeros gritos, las primeras lágrimas. La respiración era cada vez más agitada y no había lugar a la relajación. Un agitación densa, casi convulsa la invadía. Estaba a punto de explotar y mandarlo todo a quién sabe donde.

Un sonoro azote fue el último. Se sentía nerviosa, dolida, dolorida, injustamente tratada. Su precioso pelo negro le caía desordenadamente por la cara, dando a la imagen un aspecto casi animal. Resbalaban las lágrimas por las mejillas, y la leve elevación que le impedía posar los talones en el suelo le hacía sentirse absolutamente rota y vulnerable.

Estuvo así un par de minutos, aunque ella pensó que fue mucho más tiempo. Su mano apartó los cabellos de la cara, recogieron las lágrimas y sintió el calor del cuerpo que se acercaba. Lo rehuyó, todo lo que pudo, pero siguió aproximándose. Ya no podía huir más, y fue cuando comenzó a escuchar aquellas palabras. Suaves, firmes y decididas. No podía creer lo que estaba pasando. Según iba escuchando, la tensión iba mutando, su cuerpo se relajaba, la respiración dejó de ser nerviosa sin perder el ansia, el regusto del dolor volvía a tener esa sensación placentera, el grito que le nacía de dentro se convirtió en un incontenible gemido, se secaron las lágrimas. Su cuerpo estaba aprisionado contra el poste de la cama por otro cuerpo que la envolvía, de nuevo se sintió protegida, y que toda su confianza regresó para llenarla.

La mano entre sus piernas certificó el asombroso giro. Todo su estado había cambiado. Y los minutos volvieron a pasar del modo acostumbrado. Pero nunca olvidó de aquella tarde en la que se paró dolorosamente el tiempo."

Fue la primera vez que apliqué un catigo. Desde entonces, sólo lo volví a hacer en una ocasión. No sé, no he sentido necesidad de modificar conductas de otro modo, siempre he visto un camino alternativo que se me antojaba más eficaz. Y aunque hago un análisis muy frío para evaluar ciertas acciones, al final dejo que las sensaciones tengan su peso en la decisión final.

Aquel día tenía meditado que en la próxima ocasión que cometiera una falta la iba a corregir así. Y últimamente, se sucedían demasiado a menudo, supongo que por haber caído en cierta complacencia derivada de la costumbre. A pesar de los avisos, no ponía cuidado. Sin embargo, el final de todo ello derivó en una grata y absolutamente inesperada sorpresa, tanto por su parte como por la mía. No lo he vuelto a repetir un cambio de espíritu  tan brusco con tanta intesidad; pero aprendí cuan al filo se juega en ocasiones, y lo tenues que son las fronteras que se visitan. Quizá el embrujo de todo esto radique ahí.

Más caminos

A ellos le importa de donde vienes. A mi, hacia donde vas

domingo, 26 de mayo de 2013

El último cigarrillo

Levantó la vista y miró a través de las láminas de la cortina. No había mucha actividad en la oficina. La suficiente como para justificar tener un par de mesas más, pero cuando no mucho tiempo atrás habían sido doce, no podía dejar de evocar esos ajetreados días.

Al menos, seguía trabajando, y cubriendo gastos como poco, lo que no estaba nada mal. Trató de centrarse en el nuevo encargo, pregúntandose donde habría puesto aquel presupuesto que ahora, una par de años después, por sorpresa iba a materializarse. La mudanza era reciente, y tuvo que comprimir el espacio (¡qué despacho tan luminoso y amplio tenía entonces!), pero los presupuestos debían estar todos juntos, en su sitio.

Se dirigió al armario y, efectivamente, allí estaba el archivo que los contenía. Tiró de la caja, y al hacerlo algo sobresalió, envuelto en tela.No recordaba que era, así que lo cogió, y lo puso sobre su mesa. Lo desenvolvió, y aparecieron aquellas muestras de cuero. Se las dejó un fabricante tiempo atrás, cuando las reformas que acometía llevaban un componente de decoración considerable. Había ganado justa fama con ellas.

Pasó la mano por las tiras, que invevitablemente, le trajeron otros recuerdos. Levantó la vista de nuevo y su mente retrocedió unos años, a un día en el que también acariciaba el muestrario y miraba entre las láminas de la cortina. Entonces su mirada era nerviosa, pues estaba de rodillas ante su mesa, las piernas muy separadas y sin ropa interior. Como de costumbre, su vena retadora había salido en el peor momento, y a los 10 minutos estaba en aquella posición, escogiendo con cual de las tiras habría de azotarse. Una mano tocaba la piel, y la otra el cuero. Una repasaba la suavidad de retal, y la otra verificaba cierta humedad. O quizá la incrementaba.

Lo que más le sorprendió de ella misma en aquella ocasión es que esta vez ni siquiera tuvo que cumplir una orden. El simplemente le sugirió lo que le iba apetecer hacer en cuanto colgara el teléfono, y le anunció que lo haría a pesar de su negativa y su reto.

Y efectivamente, allí estaba, arrodillada por voluntad propia, y preparandose para azotarse entre las piernas con una de las tiras. Anchas, como cuatro dedos, y de medio metro de largas. Resonaba en su cabeza el "ideales" y  "no te podrás resistir con lo que te gusta que te azote" y tan sólo tardó esos 10 minutos en ponerse en situación.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y sintió de nuevo esa sensación que entonces era desconocida y ahora casi olvidada. Voluntariamente olvidada. O más bien, apartada. Trató de sacudirsela de la mente, y se asomó a la ventana. Vio la calle, los árboles, los coches, tratando de hacer pasar el momento. Sin embargo, su vista se clavó en una muchacha que estaba fumando en la calle. Se sentaba sobre uno de los postes de piedra que delimitaban la zona de valla de la de los bolados. Y de nuevo los recuerdos le asaltaron.

Ahora ya no fumaba. Pero entonces, lo hacía. Y en más de una ocasión salió a echar un cigarro ante la puerta de su antiguo despacho. En estas ocasiones, si llevaba ropa interior, aunque le quedaba bien claro que era por una cuestión de higiene. Y las indicaciones eran tajantes. Si quieres fumar, lo haces en la calle, sentada sobre uno de esos magnificos intrumentos que el ayuntamiento a puesto a tu disposición. Recordaba la mezcla de embarazo y deseo que la embargaba al hacerlo. Y como se frotaba contra aquella superficie metálica y fría mientras encendía un cigarrillo que casi nunca acertaba a llevar a la boca. Mientras en su cabeza se confundían las sensaciones que sentía por lo que pensarían en su oficina (sí, se la veía perfectamente) y el placer que experimentaba como resultado de todo ello.

Se dio cuenta que había llevado su mano entre las piernas. Y que estaba húmeda. Mucho. Sabía que esos tiempos no iban a volver, pero mirando a la chica, sintió un irrefrenable deseo de fumarse un cigarro. Seguro que le daba uno. Así que se deció, y salió. Pero antes, dejó extendida sobra la mesa una de las tiras del muestrario. Para la vuelta.




viernes, 24 de mayo de 2013

Hay silencios.....

Hay silencios que lo dicen todo.

¡lo que hay que lllegar a leer!



miércoles, 22 de mayo de 2013

La piscina

-Qué calor hace, aunque ya es media tarde

-Sí, sí hace calor

-¿Quién me habla?

Miró a su alrededor, pero nadie parecía dirigirse a ella. Además, la voz sonó de un modo apagado, pese a que la escuchó con suma claridad.

No obtuvo respuesta, y tras el breve instante de perplejidad, se volvió a recostar en la silla, echando un vistazo de vez en cuando a la piscina. "Será el calor", pensó, y entornó los ojos.

-Pues claro que es el calor. ¿Qué otra cosa va a ser?

Se sobresaltó. De nuevo, la voz, claramente. Pero seguía sin haber nadie lo suficientemente cerca de ella como para ser origen sonido similar. 

-¿Qué miras? ¿A quién buscas? ¿Es que no sabes quién soy?

Aquello era demasiado. No sólo se dirigía a ella sin saber de donde, si no que encima le estaba vacilando. Una alucinación estival vacilona....no, no puede ser. Es el calor, seguro

-Desde luego, echarle la culpa al calor....no hay otro más cerca. Sabes que soy yo.

¡Vaya! No es sólo que le hable, impertinentemente. También parece saber que piensa. Descaro, anticipación, ahora falta la picardía y...esa voz, me resulta familiar. Tan cálidamente familiar.

-Y ya está, el cóctel completo. Lo que tanto te gusta. Pero aquí, en público...mira que eres ¿eh?. Vamos, vamos, que ya sabes que te gusta jugar. ¿Seré el reflejo de tu propio pensamiento?. ¿Soy ese mismo pensamiento?. No, no es el vino de la comida, ni que te haya dado el sol en la cabeza.

Desde luego, descaro tiene, sí. ¡Y también parece conocerme!. Creo que demasiado bien, mucho más de lo que desearía. Pero ¿quién eres?

-Soy yo. Ya sabes quien. Me estabas llamando ¿verdad?

Joder, pues sí, parece El. Ya notaba cierta predisposición, sí. Pero, pero....no se le ocurrirá hacer nada aquí. Si están mis sobrinos en el agua, mirando de vez en cuando, y la gente alrededor, y...

-Y ¿qué?. Anda, mírate el bañador. Como pase alguien ante ti, lo primero que va a ver es que parece que a pesar del calor, tienes frío. ¡Se marca tan claramente!. Por no hablar de lo que no es evidente...todavía.

Sí, es El. El jodido capullo que tan bien me conoce. Joder, joder, es cierto, ¡cómo se marcan!. Mira que uso este bañador sólo para bajar a la piscina, sin bañarme, que luego sé lo que pasa, pero claro, no esperaba que apareciera así. ¿Qué tendrá en la cabeza? ¿O lo tengo yo? Creo que ya se lo que viene ahora....

-Naturalmente que lo sabes. Pues lo estás deseando. Ni sobrinos, ni piscina, ni bañador, ni compañía. Anda tumbate en la hamaca, a ver si así se atemperan los relieves tan exagerados que marcas sobre la tela. Claro que con ese pecho que tienes, cualquiera que pase no va a mirar a otro sitio. Y si encima nota que pareces estar tan, tan...a gusto.

Oh, no....lo va a hacer. Pero no puedo, aquí no, por favor......

-¡Aquí no, aquí no! Vaya forma de suplicar. Estás pidiendo que suceda. Como de costumbre

No, no por favor, me vas a poner en evidencia

-Me debo estar haciendo mayor. Cuanto ruego.....¿me afectará?. No, no creo. Vamos a hacer un trato (aunque sé bien que harás todo aquello que se me antoje)

Ufff, un trato. Contigo. Será peor. Sin duda. No sé

-Bueno, entonces prefieres que sea explícito...

Vaya, explícito. No suele serlo, me conduce a que sea yo quien pida....pero, no, no que sabe todo lo que pienso, ¡fuera!, no, no quiero.


- Ya es tarde, querida, lo has pedido. Y ya sabes que a veces soy tan obediente.

Sí, sé que lo eres. Como sé que al final, hoy tendré que estrenar el bañador. Y no precisamente para llamar la atención. Aunque no podré evitar que así sea.

-Pues relájate, y disfruta. Yo prometo hacerlo. Al final, no sabes aún si soy yo o eres tú.

No, ya me me cabe ninguna duda, "señor"
 

 

domingo, 19 de mayo de 2013

Deja vú parte 1

No podía estar ocurriendo así.  No con tan obcecada insistencia. Es más, estadísticamente, había de ser imposible. Seguramente se trataba de una alucinación. O quizá una pesadilla. Sí, tenía que ser esto último, pues las sensaciones eran casi físicas. Tan nídidas, delineadas y precisas. Una pesadilla con los ojos abiertos. Una pesadilla que no me dejaba dormir. Tan sólo cuando desaparecía temporalmente de mi cabeza la imagen, sobrevenía cierto descanso. Y hasta el sueño. Llego incluso a quedarme dormido. Pero es una dicha breve. Y de nuevo, vuelve a suceder, a traición. Una y otra vez, recurrentemente. Casi sádicamente.Un incesante paseo oscilatorio entre la lucidez y la locura. Sin aparente final.

El caso es que hubo un momento en que estuvo de mi mano evitar que ocurriera. Supe en cada instante cual era el paso que no debía dar. Y dejé pasar inopinadamente varias oportunidades de no caer en tan siniestro hechizo. Siniestro ahora, claro, pues entonces ofrecía el lado más dulce. Y gozoso. Y voluptuoso. Y todo lo tentador y exhuberantemente sensitivo que se pueda desear. En cualquier aspecto que se considere. Pero hubo destellos de cierta lucidez a largo plazo que me invitaban a parar aquella desmesura. Aún no escrita pero ya anunciada. Y doy fe de que en dos ocasiones estuve a punto de detenerlo. Pero no lo hice. Y ahora la inercia brutal de todo ese proceso me tenía en un estado de pulsante desazon continua.

La ominosa oscuridad parece brotar de dentro de a intervalos regulares. Sin embargo, la opresión se presenta de improviso, atenazante, espaciendo una angustia obsesiva y lacerante. Grave e incisiva. Urgente. Un pequelo detalle, un recuerdo sobrevenido, una idea, un aroma. Cualquier aparente nimiedad da la vuelta al mundo y me sacude con sobrecogedora agitación. Sin embargo, los momentos de calma no son tales. Una ausencia visible, palpable, sin espíritu ni alma, trasnochados ambos en quien sabe que rincón. La mente ausente, el ánimo huído. Una paradoja me mata entonces. Por un lado, el deseo de hacer cualquier cosa, lo que sea para evitar ese estado, se funde en un crisol con una atonía esteril, que me impide tomar iniciativa alguna. Hasta que una inspiración profunda, una voz externa o un destello de actividad cerebral coherente me sacan de esa marea resacosa que amenza con engullirme.

Y así, ocurre así. Recurrentemente, cabalgando sobre una ola infinta que sube y baja sin parar.

lunes, 13 de mayo de 2013

Rojo

inyectado en los ojos
enmarcando la palidez
fuerte, flojo
quemando brillante

un rojo de fuego vivo
que consume lento
sin brillo, metódico
pleno de frío

hielo abrasador

ese rojo, casi blanco
mórbido, irreal
palidece hoy
ante la amenza de su hermano

otro rojo
sedoso, ensortijado
enmarcado de blanco también
entre las brasas heladas de una mirada

deseo, fuerza
agua, vida
aire, inmenso

trae un soplo sin máscara
una vuelta hacia afuera
un fetiche, quizá, un arma

un remedio de mudanza

seda entre los dedos
bálsamo para el alma

esperanzado, ligero
un rojo para mañana

domingo, 12 de mayo de 2013

Dolor

"-estará abrumado de dolor

-cada uno siente el dolor de una manera diferente"

Una síntesis concisa y precisa. Aplica a cualquier dolor (emotivo o sorrow, y físico o pain). Es más, aplica a cualquier sensación. No hay patrones para sentir, aunque tampoco hay infinitos modos de hacerlo.

De igual modo que ocurre con la percepción, el efecto que causa es asimismo diferente. Y extendiendo el hilo, los modos de experimentar y tratar esa experiencia para potenciar o reducir el grado en que se percibe son asimismo diferentes.

Eso da lugar a los diversos modos que hay de reaccionar por las personas ante distintos estímulos. Aunque ocurre que las reacciones ante un mismo estímulos puede ser diferentevsegún el entorno en el que se de.

Así pues, ser y entorno son inseparables. Lo cual da una amplia paleta de sensaciones ante el mismo estímulo. La base de los juegos que tanto me apasionan. Y las consecuencias de los mismos.

Así pues, hay diversas formas de mitigar un dolor. Y la circunstancia, al igual que el ser, marca cual es la más eficaz.. Sólo hay que verla, y naturalmente, después seguirla. Aunque cueste.

miércoles, 8 de mayo de 2013

La oficina - Abandonamiento 4

Se enciende la luz verde. Sin mucho preámbulo, la conversación se hace directa.


"-Que ropa llevas puesta.
*Pantalón blanco, camisa negra y zapatos.
-¿Sólo?
*Conjunto de encaje burdeos
-Vaya, hoy hace tiempo de ropa más ligera
*Es que aún no he hecho el cambio de armarios
-Jajajaja, bueno, eso no impedirá que juegue contigo
*Uhmmm, no seas malo
-Por cierto, burdeos y blanco, no irá traspasando la ropa interior en las nalgas la tela del pantalón...
*No, es un tanga
-Perfecto, entonces, vamos a jugar. Te vas a meter el tanga entre los labios de tu sexo. Dejándolo bien recogidito en el centro.
Hazlo
*Voy"

 Un rato después....

"
-Ya lo has hecho, supongo
*Sí.
-Pero seguro que te fuiste al servicio a colocártelo, no lo hiciste en el sitio
*Así es. Estoy rodeada de gente, y tengo a mi compañera pegada a mi
-¿Rodilla con rodilla?
*No tanto
-Así que está lo suficientemente lejos como para que lo hubieras hecho allí.
*Sí
-Bueno, no tenías instrucciones concretas de hacerlo en tu sitio, así que vale de este modo
*Gracias
-Ahora, sin embargo, vas a hacer lo que te diga sin moverte de la silla
*Uhmmmm
-Pero que zorra eres, desde luego, jajaja. Ya estás más que excitada. En cuanto ves la luz verde.
Te metes la mano bajo el pantalón. Toma el tanga por delante, y tiras de él, haciendo que se te clave bien en el coño.
Hazlo
*Uhmmm, sí, enseguida
-¿Qué tal?
*Me tienes muy alterada
-Lo sé. Lo vas a hacer varias veces. Date tirones, y clávate bien la tela en la carne.
*Uffff
-Y luego, te vas a ir a casa sin ropa interior. Sales de la oficina sin ella puesta. A ver como mojas los pantalones.
*Me estoy poniendo mala.
-Sí, ya sé que quieres que te mande más cosas. Pero de momento eso es lo que vas a hacer.
*De acuerdo"

Un deja vú repetido varias veces.

Natalia (tuvo un orgasmo en público que la dejó avergonzada y no volvió)
Carol (siempre decía que no, y acabó bajándose los pantalones en su sitio con todos sus compañeros alrededor)
Nue (se quitó la ropa interior y salió a sentarse sobre un bolardo, dio uso a tiras de cuero, pinzas, reglas, recibió a gente en su despacho con la ropa interior por los muslos y la falda subida, mojando la silla y luego la limpió arrodillada. Nue es muy muy especial).
Iris (se quitó el sostén y los divinos pezones que coronan su generoso pecho se marcaban nitidamente sobre un jersey blando ajustado de cuello vuelto, ante los ojos extasiados de el visitante alucinado, mientras el aroma a sexo invadía la habitación)

y las que espero que falten ........




lunes, 6 de mayo de 2013

El parking - Abandonamiento 3

Son fechas de recuerdo. Aquel mes de mayo fue tan intenso. Tanto que al entrar hoy en el parking, no pude por menos que detenerme y cerrar los ojos, recostado en el asiento.

Vinieron con claridad los ojos encendidos. El aroma a sexo que lo invadía todo. El calor axfisiante. La duda desbordada por el deseo. El temor agridulce, que hace subir la excitación, asomandose a lo desconocido. La seguridad de la mano, la piel ansiosa, el cuerpo abierto, el sudor, la fiebre creciente, jadeos, mirada que se nubla, más cuanto mayor es la frialdad que la maneja. Olor profundo, mirada hipnótica, susurros pentrantes, retazos de dolor, humedad, mojadísima himedad, una mezcla innominada, bocas juntas y un sólo camino, sin máscaras. Someterte. Hacer sentir ese peso, y ver como se toma con gusto. Con sumo gusto, y placer, y miedo y tantas cosas nunca antes sentidas.

Olor eterno.....bajo tierra, eterno.

Un deja vú marcado. Intimamente marcado. Desde entonces.

Limpieza - Abandonamiento 2

"Se enciende la luz verde. Esta vez no sentada en el sillón, como de costumbre.  Se encuentra limpiando. Sola, pero puede llegar alguien en cualquier momento. Un plumero, y la ropa de estar en casa. Recibe orden de desnudarse por completo, manteniendo el sujetador. Uhmmm, situaciones encontradas. Por un lado le excita la idea, pero en esta ocasión el estímulo de la luz verde no puede con los nervios que le provoca pensar que puedan sorprenderla así.

Hay un breve diálogo, y a los cinco minutos se encuentra limpiando el polvo completamente desnuda. Nota la humedad entre sus piernas. Y los nervios que la atenazan. Recibe permiso para cubrirse el torso, la camiseta apenas tapa sus nalgas, y al estirarse para limpiar las partes altas descubre y cubre alternativamente la zona, aumentando la excitación.

Ahora debe pasar la caña del plumero entre los labios de su sexo....la humedad ya es más que eso y resbala por los muslos, mientras los nervios ceden ante la situación que está viviendo...pero es hora de vestirse, y terminar de limpiar adecuadamente."


 
Recuerdo la primera pelicula que se me quedo realmente grabada en todos sus detalles. De la mayor parte de ellas quedan escenas concretas, actos impactantes o situaciones que parece que han salido de las fantasías propias. Pero esta tenía de todo un poco. Sin ser excesiva, tenía una curiosa continuidad, bastante perversidad y sobre todo, era tan "cotidianamente posible". Puede que fuera eso lo que me enganchó, su absoluta y sencilla posibilidad. Y en aquellos tiempos, que resultaba para mi eso azotar o atar a alguien una imposible quimera, la visión de todo aquello me hizo tomarlo como algo que si estaba al alcance de mi mano.

El arranque era sencillo. Una mujer recibía la orden de desnudarse, y limpiar la casa vestida tan sólo con un sujetador y unos zapatos. El sujetador, por cierto, una talla menor. A partir de ahí se va desarrollando una acción contínua e in crescendo repleta de imaginación y mala idea.

Esta vez, no hay deja vú en el relato, más allá de imaginar recurrentemente una situación como la descrita. Llevo un plumero en el maletero del coche desde hace casi dos años, pero no tuve ocasión de poner en practica algo que, como se puede ver, tengo muy presente. Quien sabe, el día menos pensado, quizá, el plumero, forme parte de un atrezzo muy especial. 

domingo, 5 de mayo de 2013

El sillón - Abandonamiento 1

Se iluminó la lucecita verde. El saludo vino enseguida. El interés mutuo de los dos está muy definido, así que enseguida nos centramos sobre el tema que nos atrae. La sensación del juego virtual, casi perdida, ha reaparecido con fuerza. Una especia de terapia metadónica, que por el momento cumple su función.

Se trata de rellenar espacios, y no pensar. Si encima recupero sensaciones, mejor.

Está sentada sobre el sillón. Mallas, camiseta y ropa interior. Sé que está excitada. La luz verde sobre ese nombre tiene la virtud de ponerla así. Curiosos los caminos (¿o las máscaras?) del deseo.

Me cuesta arrancar, pero me decido. Dejo trabajar a la intuición, y asombrosamente (a tal punto he llegado que así me lo parece, asombroso) funciona.

Percibo la excitación, lo nervios, la sorpresa y la inequívoca voluntad de jugar. Siento que siente que tiene por fin ante sí la posibilidad de realizar esas fantasías que pueblan su mente, y ahora no se va a ir atrás. Y además, ¡que coño!, le gusta.

Se baja las mallas hasta los muslos sin necesidad de insistir. Disfruta obedeciendo. Sí, está mojada. No húmeda, mojada. Y se siente extrañamente segura y confortable. De nuevo esas sensaciones casi olvidadas. Me resulta sencillo. Con su voluntad y deseo, es sencillo. Y lo siente fluido, fácil, conmigo.

Ya ha manchado el sillón, y es momento de que conozca el brillo que sé que tiene en los ojos. Lo comprueba, y efectivamente, está radiante.

Le cuesta decir la palabra que le vino a la mente al verse. Pero lo hace. Y eso aumenta su excitación, todavía más. Tanto como para arrodillarse y limpiar el sillón.

Sí, definitivamente, hay elementos comunes redundantes en determinadas pasiones.

Abro un ojo, y respiro profundo. ¿ha sido real o es un deseo? ¿o un sueño a efectos de la novela que estoy acabando?

No lo sé. Quizá sea tan sólo el aniversario de un deja vú cíclico.

sábado, 4 de mayo de 2013

Caminos

"En ese momento ante mi se abrieron dos caminos diferentes. Uno bueno y otro malo. Y no tuve ninguna duda de cual iba a seguir"

"En mi vida he llegado a muchas encrucijadas. Y siempre he sabido cual era el camino correcto. ¡Siempre!. Nunca lo he tomado, es cierto, pero siempre lo he sabido"

"Una vez que tomas un camino, hay que seguirlo hasta el final para saber que te trae"

"He beat you with nothing.....nothing.

Sometimes nothing is a real cool hand"


Seguro que hay más frases sobre caminos. Otro tema por cierto muy común aquí (camino de su mano, su camino es el mío, marcado el camino....)

Hay cierto afán por eso del camino. Y sus correspondencias con el bien, el mal, lo bueno y lo malo. Pero yo estoy más en la onda de Machado...aquello de caminante no hay camino. Hay caminantes, que trazan su propio destino.

Aunque con quien estoy completamente identificado es con quien dijo

"Hay dos tipos de hombre: los que van a alguna parte y los que no van a ninguna. Soy un ex-ciudadano de ninguna parte. Echo de menos mi hogar"

No hace falta que nadie tire de la cadena. Basta con que haya lugar para ella.

Queda la frase más célebre, la de "los caminos del Señor son inescrutables"

Amén

jueves, 2 de mayo de 2013

De esencias y máscaras


El pasado sábado escuché por casualidad en la radio a un curioso trío.

Estaban Valerie Tasso, María de Medeiros y el conductor del programa.

Se habló de mujeres fatales, de tipos de besos, etimologías (por cierto, fellatio proviene de"chupar sin ganas". Su opuesto sería irumación. Ciertamente, lcomo se afirmó en algún momento, la etimología de algunas palabras  muestra en cierta medida el carácter de los pueblos que las adoptan)

Y se hablo de esencias, y máscaras. María, como actriz, contaba como adopta diferentes máscaras. Y Valerie, de como caen en el momento del sexo. Pero el corolario pareció ser que la esencia está en cada máscara.

Me vino a la mente la recurrente búsqueda y sublimación de la esencia dentro de este mundo (sobre todo la famosa esencia sumisa)...y pensé si realmente lo que hasta ahora me he encontrado no son diferentes máscaras.

Quien sabe. A lo mejor el juego de las máscaras será al verdadera esencia.


Puede que en cada máscara haya un camino. Y una vez que se toma uno, hay que seguirlo hasta el final. Por muy tirante que esté a veces la cuerda.

PD En otro espacio se ha visto la cuerda como el todo de la entrada, Y no deja de ser una frase final que viene a decir que no se debe parar porque la cuerda no se va a romper, aunque parezca que es así. Por supuesto, puede ocurrir, pero no debe pasar. El foco está en las máscaras. Pero si alguien tiene dudas, que escuche el programa. Es muy ilustrativo.

mundo babel tres numero-27-04-13

miércoles, 1 de mayo de 2013

Espejos

Los espejos me han dado siempre una herramienta para conocer intimamente a quien se refleja en ellos. El juego de mostrarse en una situación deseada, y no imaginada, o viceversa, o cualquier de las combinaciones que se puedan dar, y luego trasladarme las sensaciones percibidas me permitió casi siempre saber de los miesdos, deseos, fantasías, límites de una persona.

Sí, sin duda, es algo muy especial el juego de los espejos, o más propiamente, el juego de los reflejos.

Que no sólo se dan ante el espejo.