domingo, 26 de mayo de 2013

El último cigarrillo

Levantó la vista y miró a través de las láminas de la cortina. No había mucha actividad en la oficina. La suficiente como para justificar tener un par de mesas más, pero cuando no mucho tiempo atrás habían sido doce, no podía dejar de evocar esos ajetreados días.

Al menos, seguía trabajando, y cubriendo gastos como poco, lo que no estaba nada mal. Trató de centrarse en el nuevo encargo, pregúntandose donde habría puesto aquel presupuesto que ahora, una par de años después, por sorpresa iba a materializarse. La mudanza era reciente, y tuvo que comprimir el espacio (¡qué despacho tan luminoso y amplio tenía entonces!), pero los presupuestos debían estar todos juntos, en su sitio.

Se dirigió al armario y, efectivamente, allí estaba el archivo que los contenía. Tiró de la caja, y al hacerlo algo sobresalió, envuelto en tela.No recordaba que era, así que lo cogió, y lo puso sobre su mesa. Lo desenvolvió, y aparecieron aquellas muestras de cuero. Se las dejó un fabricante tiempo atrás, cuando las reformas que acometía llevaban un componente de decoración considerable. Había ganado justa fama con ellas.

Pasó la mano por las tiras, que invevitablemente, le trajeron otros recuerdos. Levantó la vista de nuevo y su mente retrocedió unos años, a un día en el que también acariciaba el muestrario y miraba entre las láminas de la cortina. Entonces su mirada era nerviosa, pues estaba de rodillas ante su mesa, las piernas muy separadas y sin ropa interior. Como de costumbre, su vena retadora había salido en el peor momento, y a los 10 minutos estaba en aquella posición, escogiendo con cual de las tiras habría de azotarse. Una mano tocaba la piel, y la otra el cuero. Una repasaba la suavidad de retal, y la otra verificaba cierta humedad. O quizá la incrementaba.

Lo que más le sorprendió de ella misma en aquella ocasión es que esta vez ni siquiera tuvo que cumplir una orden. El simplemente le sugirió lo que le iba apetecer hacer en cuanto colgara el teléfono, y le anunció que lo haría a pesar de su negativa y su reto.

Y efectivamente, allí estaba, arrodillada por voluntad propia, y preparandose para azotarse entre las piernas con una de las tiras. Anchas, como cuatro dedos, y de medio metro de largas. Resonaba en su cabeza el "ideales" y  "no te podrás resistir con lo que te gusta que te azote" y tan sólo tardó esos 10 minutos en ponerse en situación.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y sintió de nuevo esa sensación que entonces era desconocida y ahora casi olvidada. Voluntariamente olvidada. O más bien, apartada. Trató de sacudirsela de la mente, y se asomó a la ventana. Vio la calle, los árboles, los coches, tratando de hacer pasar el momento. Sin embargo, su vista se clavó en una muchacha que estaba fumando en la calle. Se sentaba sobre uno de los postes de piedra que delimitaban la zona de valla de la de los bolados. Y de nuevo los recuerdos le asaltaron.

Ahora ya no fumaba. Pero entonces, lo hacía. Y en más de una ocasión salió a echar un cigarro ante la puerta de su antiguo despacho. En estas ocasiones, si llevaba ropa interior, aunque le quedaba bien claro que era por una cuestión de higiene. Y las indicaciones eran tajantes. Si quieres fumar, lo haces en la calle, sentada sobre uno de esos magnificos intrumentos que el ayuntamiento a puesto a tu disposición. Recordaba la mezcla de embarazo y deseo que la embargaba al hacerlo. Y como se frotaba contra aquella superficie metálica y fría mientras encendía un cigarrillo que casi nunca acertaba a llevar a la boca. Mientras en su cabeza se confundían las sensaciones que sentía por lo que pensarían en su oficina (sí, se la veía perfectamente) y el placer que experimentaba como resultado de todo ello.

Se dio cuenta que había llevado su mano entre las piernas. Y que estaba húmeda. Mucho. Sabía que esos tiempos no iban a volver, pero mirando a la chica, sintió un irrefrenable deseo de fumarse un cigarro. Seguro que le daba uno. Así que se deció, y salió. Pero antes, dejó extendida sobra la mesa una de las tiras del muestrario. Para la vuelta.




No hay comentarios:

Publicar un comentario