lunes, 6 de mayo de 2013

Limpieza - Abandonamiento 2

"Se enciende la luz verde. Esta vez no sentada en el sillón, como de costumbre.  Se encuentra limpiando. Sola, pero puede llegar alguien en cualquier momento. Un plumero, y la ropa de estar en casa. Recibe orden de desnudarse por completo, manteniendo el sujetador. Uhmmm, situaciones encontradas. Por un lado le excita la idea, pero en esta ocasión el estímulo de la luz verde no puede con los nervios que le provoca pensar que puedan sorprenderla así.

Hay un breve diálogo, y a los cinco minutos se encuentra limpiando el polvo completamente desnuda. Nota la humedad entre sus piernas. Y los nervios que la atenazan. Recibe permiso para cubrirse el torso, la camiseta apenas tapa sus nalgas, y al estirarse para limpiar las partes altas descubre y cubre alternativamente la zona, aumentando la excitación.

Ahora debe pasar la caña del plumero entre los labios de su sexo....la humedad ya es más que eso y resbala por los muslos, mientras los nervios ceden ante la situación que está viviendo...pero es hora de vestirse, y terminar de limpiar adecuadamente."


 
Recuerdo la primera pelicula que se me quedo realmente grabada en todos sus detalles. De la mayor parte de ellas quedan escenas concretas, actos impactantes o situaciones que parece que han salido de las fantasías propias. Pero esta tenía de todo un poco. Sin ser excesiva, tenía una curiosa continuidad, bastante perversidad y sobre todo, era tan "cotidianamente posible". Puede que fuera eso lo que me enganchó, su absoluta y sencilla posibilidad. Y en aquellos tiempos, que resultaba para mi eso azotar o atar a alguien una imposible quimera, la visión de todo aquello me hizo tomarlo como algo que si estaba al alcance de mi mano.

El arranque era sencillo. Una mujer recibía la orden de desnudarse, y limpiar la casa vestida tan sólo con un sujetador y unos zapatos. El sujetador, por cierto, una talla menor. A partir de ahí se va desarrollando una acción contínua e in crescendo repleta de imaginación y mala idea.

Esta vez, no hay deja vú en el relato, más allá de imaginar recurrentemente una situación como la descrita. Llevo un plumero en el maletero del coche desde hace casi dos años, pero no tuve ocasión de poner en practica algo que, como se puede ver, tengo muy presente. Quien sabe, el día menos pensado, quizá, el plumero, forme parte de un atrezzo muy especial. 

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