Para siempre es sólo un recuerdo.
Para ahora, un segundo, detrás de otro.
Para ayer, una eternidad que no llegó a pasar.
sábado, 30 de septiembre de 2017
El placer continuo.
El placer continuo; observación, acercamiento, encelar, seducir, domar, someter, poseer, modelar.....observar.....no hay final.
jueves, 28 de septiembre de 2017
Risas
Me gusta mucho reír. Me sienta bien. Creo que no soy el
único. Incluso en la situaciones más insospechadas. Alguna, casi que
inconveniente. Indudablemente, la risa suele traer consigo un
considerable bienestar.
Es cierto también que hay otro tipo de risas, debido a la ocasión o a la emotividad del momento, que no resultan placenteras. Es más, su recuerdo suele ser doloroso, o amargo, y suelen provocar el indeseado efecto de anular las ganas de reír, incluso cuando la ocasión es propicia.
Y hay sensaciones y estímulos en los cuales la presencia de la risa denota un rasgo de nerviosismo o de inmadurez. No procede en modo alguno reír en esos momentos. A nadie se le escapa que un entierro, por ejemplo, sea lugar apropiado para reír. Las situaciones de pérdida provocan una emoción tan intensa que la broma o la risa (no digamos la carcajada) son elementos absolutamente fuera de lugar. Es más, en general, emoción intensa no cómica y risa no ligan bien en absoluto. Como los jarabes dulces en la mayoría de los cócteles.
Por eso, alucino cuando el resumen prinipal de una velada bdsm es el buen rollito y las risas. El tipo de emoción, intensa, que espero de un encuentro entre personalidades cómplices en este ámbito dista mucho de provocar "unas risas". Supongo que me veo influido por una concepción privada e intimista de estas interrelaciones, pero aun en momentos más gregarios prefiero salir con otra sensación distinta a la de haber ido a ver un monólogo desternillante o pasar una tarde de chistes con los amigos.
Pero se ve que soy complicado hasta para eso. Aunque sé que no soy el único. Menos mal.
Con una sonrisa, claro.
Es cierto también que hay otro tipo de risas, debido a la ocasión o a la emotividad del momento, que no resultan placenteras. Es más, su recuerdo suele ser doloroso, o amargo, y suelen provocar el indeseado efecto de anular las ganas de reír, incluso cuando la ocasión es propicia.
Y hay sensaciones y estímulos en los cuales la presencia de la risa denota un rasgo de nerviosismo o de inmadurez. No procede en modo alguno reír en esos momentos. A nadie se le escapa que un entierro, por ejemplo, sea lugar apropiado para reír. Las situaciones de pérdida provocan una emoción tan intensa que la broma o la risa (no digamos la carcajada) son elementos absolutamente fuera de lugar. Es más, en general, emoción intensa no cómica y risa no ligan bien en absoluto. Como los jarabes dulces en la mayoría de los cócteles.
Por eso, alucino cuando el resumen prinipal de una velada bdsm es el buen rollito y las risas. El tipo de emoción, intensa, que espero de un encuentro entre personalidades cómplices en este ámbito dista mucho de provocar "unas risas". Supongo que me veo influido por una concepción privada e intimista de estas interrelaciones, pero aun en momentos más gregarios prefiero salir con otra sensación distinta a la de haber ido a ver un monólogo desternillante o pasar una tarde de chistes con los amigos.
Pero se ve que soy complicado hasta para eso. Aunque sé que no soy el único. Menos mal.
Con una sonrisa, claro.
sábado, 23 de septiembre de 2017
Tres figuras
Una calle oscura, cuatro sombras dispares en las oscuridad
aún virgen del atardecer consumado. Aparece un reto forzado para
provocar un momento de exhibición. El taconeo firme, potente, seguro
sobre los adoquines de la calle negra brillan al tiempo que el contoneo
agresivo de la figura grita algo más allá de lo que se ofrece. En mi
mente se dibuja otra escena, colofón natural de la ofrenda e inapropiado
en el contexto. Permanece, en ascuas.
Un día luminoso, de final de verano, temperatura ideal. Vida vuelta a la calle y una oferta falsamente amigable chocaa con la figura de elegancia aburrida que asoma entre la falta de pulcritud del lugar. El chucho asqueroso contrasta con el acertado conjunto en blanco y negro coronado por las cuentas de un collar que capta mi mirada y de nuevo me sugiere un acto en absoluto adecuado a las circustancias del momento. Me alejo sin volver la vista atrás con la imagen de hastiado fastidio mezclada con el juego de la noche anterior.
Noche interior. Principio y final de mi experiencia grupal en un mundo interior e individual. Una silla, alta, ocupada por la figura exhibicionista y aburrida, brillando sin asomo de entrar en combustión. La luz fría de un tormento interior exclusivo marcando una distancia consciente. En un soslayo inapreciable un encuentro imposible a la sombra de una cruz. Aún en el cenit estoy sin estar, y después sabré que en el ambiente embriagador de la noche la suerte ya estaba echada.
El corolario, en un invierno triste de expectativas irreales, flota sobre todo lo demás. La mirada complacida y a la vez esquiva.
No hay final.
Un día luminoso, de final de verano, temperatura ideal. Vida vuelta a la calle y una oferta falsamente amigable chocaa con la figura de elegancia aburrida que asoma entre la falta de pulcritud del lugar. El chucho asqueroso contrasta con el acertado conjunto en blanco y negro coronado por las cuentas de un collar que capta mi mirada y de nuevo me sugiere un acto en absoluto adecuado a las circustancias del momento. Me alejo sin volver la vista atrás con la imagen de hastiado fastidio mezclada con el juego de la noche anterior.
Noche interior. Principio y final de mi experiencia grupal en un mundo interior e individual. Una silla, alta, ocupada por la figura exhibicionista y aburrida, brillando sin asomo de entrar en combustión. La luz fría de un tormento interior exclusivo marcando una distancia consciente. En un soslayo inapreciable un encuentro imposible a la sombra de una cruz. Aún en el cenit estoy sin estar, y después sabré que en el ambiente embriagador de la noche la suerte ya estaba echada.
El corolario, en un invierno triste de expectativas irreales, flota sobre todo lo demás. La mirada complacida y a la vez esquiva.
No hay final.
viernes, 22 de septiembre de 2017
Una hembra como Dios manda
De las que da gusto doble poseer. En estos tiempos de exaltación de lo melifluo, donde los roles se intercambian y el género se difumina a conveniencia de la mediocridad y los complejos, la mera visión de semejante orgullo de la naturaleza es ya una recompensa de por sí. Si se añade el indudable buen gusto, el estilo natural que emana de su ser sin necesidad de aprender o copiar, la esmerada educación que luce orgullosa sin ser altiva y la mirada franca y decidida que transmite la conciencia de conocer y asumir cada faceta de su personalidad sin caer en la inseguridad o la arrogancia, el cuadro arroja un aroma a perfección renacentista absolutamente inimitable.
Todo eso me transmite en cada gesto. Pausada, serena, segura. Observando a la espera de un indicio que le muestre un destello que capte su atención irremediablemente.
Pues aunque jamás lo hará explícito, le busca desesperadamente. Busca el catalizador que prenda su espíritu sin que nadie se de cuenta.
Está segura de que lo encontrará. Tan segura como lo está de si misma.
Y por eso sabe que vendrá. Irremediablemente, sí.
martes, 19 de septiembre de 2017
Un beso en preludio
El preludio del otoño, pierde el calor.
Introspectivo, interior.
Trae un presagio estimulante,
prendido del recuerdo que fue
y del que está por ser también.
Un beso...en preludio.
Introspectivo, interior.
Trae un presagio estimulante,
prendido del recuerdo que fue
y del que está por ser también.
Un beso...en preludio.
domingo, 17 de septiembre de 2017
Verano
Pero mira que eres zorra.
Impulsivamente zorra.
Inevitablemente zorra .
Indecentemente inductora a forzarte, a sacar a la zorra.
Inexcusablemente zorra.
Impulsivamente zorra.
Inevitablemente zorra .
Indecentemente inductora a forzarte, a sacar a la zorra.
Inexcusablemente zorra.
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