Es
magnífico. Por forma, amplitud, simetría, tono, consistencia.....la
voluptuosidad encarnada, trascendiendo incluso el fetiche. Y sensible.
Extremadamente sensible.
Ya el obligado instante de tomar la cuerda y hacerla deslizar entre
los dedos en toda su longitud, tomando los cabos, se convierte
anticipadamente en un acto placentero. El tacto, el olor, el suave
sonido del trenzado entre las yemas sensibles son preludio de incitante
momento que va tomando forma.
Tras inclinarse ligeramente hacia adelante, sopeso tan divina
plenitud, provocando al instante la atención de los pezones, y el no
menos delicioso estímulo de las aureolas, que adquieren esa rugosidad
propia de los momentos de alta excitación. Las recorro lentamente, con
la cuerda ya en la mano, aumentando la dureza, el relieve, la tensión,
dejándolas listas para proceder.
Procedo, sin prisa, dejando fluir la cuerda entre los dedos,
acomodando la carne plena y palpitante con el dorso de la mano, de ese
modo que no por conocido deja de ser único en cada ocasión, y más
cuando, como es el caso, se trata de su primera vez.
Los suspiros de excitación y temor se mezclan conforme aumento la
tensión hasta el límite justo que es capaz de asimilar (pues, aunque aún
no lo sabe, pero pronto lo hará, puede soportar más, mucho más). Nota
como la presión es constante y siento como el temor desaparece para dar
paso a la intensidad, el deseo sensible, el placer de romper una barrera
y dejarse llevar.
Cuando se encuentran los cabos de la cuerda y el nudo que los une da
el último toque a la fijación, hace tiempo que sus ojos miran sin ver.
Pero lo dicen todo al notar el peso suspendido, flotante, turgente,
descansar pulsante sobre mis manos, que acarician con suavidad la
redonda calidez que comienza a tomar un tono violáceo, testigo de una
intensidad que no para de crecer.
Bastantes minutos después, mientras recorre con un gesto entre
malicioso y divertido las marcas del trenzado sobre la base de tan
magnífico pecho, me hace la pregunta:
"¿Puedo pedirle algo?"
No es difícil adivinar qué va a ser.