Hace unos años, escribí un texto (el enlace, al final) sobre cómo
alguien exudaba sectarismo y desprecio al pronunciar la palabra maricón.
Más allá del espectro concreto al que iba dirigido y la carga de
rechazo cercana al odio que envolvía una frase dicha con suavidad, me
alarmaba que alguien en formación, hoy en día, sea educado de manera que
se meta a juzgar lo que forma parte de la vida privada de otras
personas, visualizaciones aparte.
Hoy, y es algo repetido, he notado ese mismo odio y sectarismo al oír
la expresión “hetero normativo”, entre algunas otras. Exactamente lo
mismo, y en personas de la misma generación e igual acceso a educación,
formación y cultura.
Son iguales. Más allá de la forma, el ámbito y el foco, iguales.
Convencidos sin mácula de la bondad de su creencia, y asimilado tan
profundamente que forma parte de su personalidad. Cada uno apuntando a
su Arcadia feliz, libre de elementos corrompidos y prescindibles.
Sé que no son mayoría, en ningún caso, por sí mismos. Aunque empiezo a
pensar, y a temer, que uniendo a todos ellos, de cualquier signo, sesgo
y confesión, en un futuro no muy lejano, lo serán.
Los que debieran ser los menos, y bajando, aumentan. Pronto no habrá
remedio. Espero, al menos, que se dediquen a matarse entre ellos y nos
dejen al resto en paz.