"La
sucesión de latigazos estallando sobre su cuerpo tendido la llevaron al
borde de la explosión. Los azotes bastan para arrancarle el placer, por
mucho que trate de evitarlo. Allí, sobre el potro de tortura, con las
tetas fuertemente atadas, con esa tensión que acaba de descubrir y que
les da ese tono violáceo casi estremecedor, apoyada sobre ellas en la
superficie de cuero acolchado, lo que no hacía más cómoda la situación,
pero sí mucho más estimulante. La cadena que une las pinzas que
martirizan sus ahora ultrasensibles pezones no le ayudan precisamente en
su intento de mantener a raya la ola de placer que amenaza con
desbordarla. Y aunque lleva puestas las retenciones en sus cuatro
extremidades, no hace falta fijarlas en los puntos que le impedirían
todo movimiento, pues hace tiempo que sus dedos crispados están lívidos
debido a la fuerza con que se agarran a la estructura que la sostiene.
Y si siente que se le va el hilo, solo tiene que girar la cabeza a la
derecha, y contemplarse en el espejo: las piernas tensas, hacen brillar
el nylon negro que hace que resalte la blancura de la piel, rota solo
en aquellas zonas en las que el rojo es testigo de la piel castigada. Y
puede ver como es violada por todos sus agujeros, convertida en un
perfecto objeto de placer y dolor. Aún así, aguanta, y mantiene lo que
cree que es algo de control sobre la situación...."
Me gusta el control.
Ejercerlo, hacerlo notar, inducirlo, crearlo, modularlo, tomarlo.
Me encanta. Sin duda, es lo que me tiene aún aquí.
Observar, identificar los puntos de acceso, elaborar una estrategia de
aproximación, crear la necesidad de sentirlo, inducir el deseo, alentar
la consumación, facilitar que fluya naturalmente.....uhmmm, sí, es
delicioso.
Y sobre todo, disfruto llevando al receptor a terrenos donde jamás
pensó que podían ser un espacio de cesión y rendición. Ampliar sus
horizontes de tal manera que perciba que no habrá ámbito ni lugar en el
que pueda abstraerse del influjo que le lleva a aceptar su inevitable
destino.
".......Ella se tiene principalmente por masoquista. Desde esa
plataforma, acaba llegando con el tiempo a ceder todo control, una vez
que la aproximación personal le permitió ver que el carácter al que se
enfrenta posee los atributos que le llevan a reconocer que está en la
esfera adecuada de complicidad, seguridad, confianza y autoridad para
dejar fluir su ser. Pero no deja de tener un punto de voluntad en su
mano.
Está convencida de que podrá soportar la creciente intensidad sin
ceder a la necesidad de llegar al clímax. No, no llegará a no ser que
tenga permiso expreso para ello. Salvo que reciba la orden, no se dejará
ir, así caigan mil azotes más, entre en su sexo el intruso mil veces
más, las bolas de su ano sigan aumentando en volumen y profundidad, el
sabor de su polla en la boca le inunde el paladar.....no, no cederá.
Tiene asimilada la situación, y sufre y disfruta a la vez. Así,
cuando siente el tirón del pelo que le obliga a levantar la cabeza en un
escorzo inverosímil, casi sonríe, lo estaba esperando. Lo que no
adivinó a imaginar fueron Sus labios pegándose a los suyos. Su Lengua
entrando, primero juguetonamente, haciéndola jadear, y después con
violencia, haciéndola temblar. Y cuando sintió el mordisco en los
labios, no pudo más, y explotó en un gemido brutal y ahogado, que empapó
su muslos medias abajo hasta el suelo.
Y entonces supo que nunca, en ningún instante, había tenido el control. Y que probablemente, no lo volvería a tener jamás."
Pero no escribo hoy por eso, si no por uno de sus contrastes. Qué se le va a hacer, me gusta observar, y cuando se dan paradojas en el universo observado, sean aparentes o no, la realimentación hace que tienda a mirar de una manera casi compulsiva, si no fuera por la paciencia que requiere contemplar y asimilar todo lo que entra por los ojos y quiere descubrir la mente.
La última de sus imágenes induce a pensar en una piel sedosa, suave, fina. A juego con la morfología de su cuerpo (aunque en una orientación clásica ese tipo de pieles suele asociarse a físicos voluptuosos, propios de perfumadas odaliscas sugerentes. Modas de otros tiempos, desde luego). Como decía, una dualidad muy actual de cuerpo-piel, que contrasta abiertamente con la dureza de las facciones de su rostro. Rasgos duros, delineados, firmes, casi violentos, enmarcados en el aura de fragilidad del cuerpo que los eleva.
Y claro, al amar el placer que procede de los contrastes y las paradojas aparentemente imposibles (entre otras cosas) no puedo dejar de escribirlo, aunque pueda quedar la oda a esta singularidad perdida en el vacío. Oda que con certeza no acaba en tan dual apariencia, pero eso, si llega, formará parte del resto de la historia.
El deseo del observador paciente y hasta ahora callado.