miércoles, 20 de diciembre de 2023

2013

 A veces parece que fue ayer. Es curioso como lo cotidiano se pone en un primer plano, y los detalles de hoy difuminan sin piedad a los del pasado. Lo hacen de tal manera que la memoria se adapta a lo que actualmente vivo, escondiendo lo que viví. Es necesario que algún matiz exclusivo del ayer retorne con viveza, sin dejarse contaminar por el presente, para que broten las sensaciones de antaño.

Caí, sin premeditación alguna, por una entrada escrita en el año 2013. Y me tomé el tiempo de revisar con calma aquel año. Para empezar, me sorprendió algo que no me había percatado antes. Entre enero y diciembre escribí nada menos que ¡172 entradas! Casi el doble que el siguiente periodo más prolífico. 

 Es cierto que del 12 al 14 fue un trienio asombrosamente fecundo. Pero, aun siendo significativo, no es eso lo más reseñable. No. Lo que verdaderamente me sorprendió fue el aroma que desprende cada entrada, cada línea. Y lo asombroso es que no recordara con viveza ese aroma. Aroma que en ocasiones disfruto, pero entonces era preeminente. Omnipresente, diario, cotidiano. Una cotidianeidad que sí, está muy alejada de la actual. 

Menos mal que siempre tuve claro que no iba a ser siempre igual. Aunque a veces, mirando atrás, no me importaría ser el de alguno de esos días. Aunque posiblemente, hoy me agotaría. Por mucho que quiera creer otra cosa.

2013 fue excelente. Igual en el 33 pienso lo mismo de este año. Quién sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario