Érase una vez una putita que se quiso pasar de lista. Con premeditación y aire de sobrada. En la errónea creencia de que poseer un coño y dos tetas junto a una excesiva querencia a darles uso le concede una herramienta para obrar a su antojo, trato de pasarse de lista. A pesar de ser idiota, lo intentó.
Y claro, no funcionó. Se pasó tanto, que la idiotez la desbordó y se volvió contra ella. Bueno, siempre se vuelve, pero es tan limitada que nunca parece apreciar lo que le ocurre.
Pobre putita, se ha quedado solita con sus tetas turgentes y su coñito ahora seco. Supongo que nunca aprenderá. Es una lástima, pues como puntita vale. Como otra cosa, no.
En fin.
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