lunes, 27 de marzo de 2023

Una lectura refrescante.

De un frescor limpio (sí, limpio, aunque me haya hecho mirar a lo más profundo de mi suciedad esencial). Un frescor tan limpio que consiguió que dejara de mirarme el ombligo y alzará la vista al espejo. Ese espejo que no quiero mirar, porque sé qué imagen me devuelve, y hace tiempo que no me gusta nada. Pero nada de nada.

Hasta hoy, pues de nuevo pude ver aquello que antes saltaba a la vista sin apenas poder ocultarlo. Eso que yo sé que está ahí, y que creo tan potente y deseable que no acierto a comprender cómo no vienen en tropel a quitármelo de las manos.

Pero la verdad es que hace tiempo que ya sólo yo sé que está ahí. Que ya no se ve, y ademas, como bien claro deja el maldito espejo, ha dejado de tener un envoltorio lo suficientemente agradable como para aventurarse a investigar bajo el manto que se deja ver.

A veces, basta un click para despertar. Espero que esta sea una de esas ocasiones. De verdad, de verdad, de la buena.

1 comentario:

  1. El envoltorio no está nada mal tampoco, pero vamos, querido... Que solo hay que escucharte para que se caigan las bragas solas jajajaja

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