lunes, 27 de marzo de 2023

La cadencia del tiempo

El paso del tiempo suele ser usado como justificación, aunque se enuncie de modo explicativo. Su devenir inmutable, al menos en nuestra dimensión actual, con su aura de invariabilidad, le convierte en un culpable excelente de faltas ajenas.

Pero no es el tiempo quien fija caducidades, dicta o deroga normas, ni modifica ritmos ni conciencias. Son los propios procesos que montan sobre él, y la capacidad de adaptación a lo nuevo, o la de desacoplarse de lo conocido que ya no tiene razón de ser.

Cadencia que sirve de aviso, mensajera de cuitas inevitables, precursoras del fin último. La muerte vino de la mano del sexo, de su faceta reproductiva generadora de seres nuevos. De la mano de la complejidad, que tiene en la mente su más conseguida obra por el momento, vehículo hacia las más altas cotas y testigo de los mayores desplomes.

Lamentar poseer aquello que acabará contigo es un modo verlo. Disfrutar de lo que te permite alcanzar lo inimaginable es otro.

Me quedo con lo segundo.

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