martes, 23 de junio de 2015

Iconos

La tarde se acomoda en una tibieza aún propia de la estación. El ambiente es casi fresco, aunque no tanto como para permitir que la piel desnuda no resulte incómoda. No al menos por la temperatura. Como de costumbre, a una indicación casi displicente de la mano derecha, se desnudó por completo, salvo por el metal y el cuero ceñidos firme y estratégicamente también en los lugares habituales.

"Quita todo de la mesa y arrodíllate sobre ella"

La posición es absolutamente expuesta, el sonido del metal sobre la madera, la cabeza entre los brazos, sin ver nada, y los pasos alrededor, lentos, premeditamente lentos, eternos.

"Enumera las faltas que tienes pendiente de correción, y escoge una"

Sólo hay dos, leves, pero sabe que da igual la gravedad de las mismas. Hoy toca disciplinamiento, y la intensidad del castigo será proporcional a lo que estime quien ha de administrarlo.

"¿Cuántos azotes crees que merece eso?"

Toda la puesta en escena es arrebatadora. Los tiempos, las pausas, el susurro en la respuesta, la firmeza en las preguntas, la caricia de la fusta sobre las nalgas, los tirones de pelo, el juego con el número, la intensidad, el temor.....

Sin previo aviso, el dibujo que silba en el aire se apaga con un golpe seco sobre las nalgas ofrecidas y tiene una breve continuidad con el gemido de dolor contraído, al tiempo que la humedad comienza a mostrar las distintas caras de ese instante.

Un verdadero icono hecho carne. Como debe ser. Y comienza la cuenta, cálida cuenta en el frescor de una tarde que se presenta larga e intensa.


1 comentario:

  1. Gráfico y elocuente, su lectura me ha hecho sentir como si hubiera estado presente ahí.
    O quizá si estuve?

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