Cuatro, fue la natural respuesta.
Y con esa misma naturalidad contestaste a esta otra pregunta:
"¿Qué eres?"
El gesto relajado, la cara apoyada en la mano, serena, dices:
"Soy una zorra. Tu zorra."
Después vieneron otras palabras, que te costaron algo más.
La naturalidad es increible. Una marca que llevas ya indeleble.
Pasó el tiempo volando y pudimos estar una semana allí
Soy una zorra. Tu zorra. Dos y dos.
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