miércoles, 7 de septiembre de 2022

Bucle temporal extraño

 

No suelo dar crédito a las concentración de casualidades confluyentes. El azar puede hacer coincidir una, dos, hasta tres elementos sin aparente correlación. Pero en menos de 24 horas, que se alinee no ya el Sistema Solar completo, si no la Galaxia entera en una uniformidad sorprendente, no puede ser casualidad.

De este modo, se une lo que se va a discurrir órbitas lejanas con lo que partió para siempre y retorna periódicamente, unidos con el cometa en suspenso que trae de nuevo su luz Única, obra maestra del Creador, que viene de la mano de la estrella que volvió del sumidero del que era imposible salir a disfrutar de aquello que solo tiene por aquí, y en semejante aquelarre hasta la declinante muerte de un sol otrora esplendoroso deja su huella en una orgía de recuerdos envueltos en presencias, ausencias, deseos latentes y palabras olvidadas.

Probablemente sean casualidades anidadas en distintos niveles. Puede ser. Y no pienso mirar más allá. La emoción de los retornos difuminan el dolor de los recuerdos, y posponen, aunque el fin sea inexorable, la caída en los infiernos inherente a todo aquello que simplemente por vivir está destinado a morir.

Y así, en este enjambre de sensaciones encontradas, disfruto del estímulo de verificar que también mi Yo sigue estando aquí. Hasta que alumbre el último rayo de luz y el vacío acabe por reclamar su último tributo.

Siempre hay motivo para sonreír.

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