sábado, 26 de marzo de 2011

Tarde de viernes

Es esa hora que parece que no pertenece a nadie. En viernes, o estoy durmiendo la siesta, o cumpliendo obligaciones diarias, de sobremesa si quedé a comer......pero rara vez estoy disfrutando de la calle, alejado de las zonas de trasiego ciudadano. Hoy, sin embargo, tuve que esperar en un paseo, al lado de un parque infantil y a la salida de un instituto. Todo estaba poblado de adolescentes, diseminados por todos los rincones en los que el entorno urbano invitaba a formar un grupo. Grupos permeables, con gente que iba de uno a otro, mientras algunos se dedicaban a sus aficiones compartidas. Pero con el aroma de viernes tarde, a la salida de clase, haciendo planes para lo que queda del día y lo que falta de la noche. Ya se me había olvidado esa sensación, pero al verlos, renació por unos breves instantes. Y recorde el frescor especial de la tarde, la excitación ante lo que al comienzo del fin de semana prometía ser el mejor día jamás vivido, la promesa de diversión asegurada.....las risas, los juegos, el modo de llamarse la atención unos a otros, consciente o incoscientemente, los que ya saben que lo hacen, los que no se enteran de que les están llamando, los que ignoran.... Me sorprendí con una sonrisa en la boca. Y miré a mi lado, y vi como alguien no quitaba ojo a la misma escena que yo observaba con nostalgia. Pero en su mirada, brillaba la curiosidad ante lo que, dentro de muy poco, será para ella también el principio del fin de semana. Y es que el tiempo pasa volando. Como esas tardes de los viernes......

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