Cada vez más aventurado. Con una carencia absoluta de moral y estilo.
El imperio de la mediocridad a lomos del todo vale y además es
respetable.
Acabemos con los indignos. La mediocridad es atrevida y cobarde,
sobre todo cuando viene envuelta en el efímero atractivo del brillo. No
merecen respirar el mismo aire que los demás, ponzoña descastada de
ánimo infrahumano.
Así habrá de ser.
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