viernes, 17 de septiembre de 2010

Gracias Señor

Llevaba una temporada larga sin líbido. Una serie de desafortunados sucesos encadenados la habían sumido en una somnolencia neblinosa. Nunca creí que un temperamento tan sexual como el suyo podría dormirse así durante casi un mes.

La charla seguía los cauces trillados de los últimos tiempos; ligeramente amena y absolutamente superficial. A pesar de que levanté poco a poco los cuidados que le dispensaba, no parecía responder. Sin embargo, al despedirme, un deje en la voz me resultó familiar. Sí, evocadoramente familiar. Dejarla ir habría sido un error, así que le espeté directamente

"Estás excitada, zorra"

Se hizo el silencio, y al final contestó "Sí, Amo"

Era un momento esperado. Le ordené que se pusiera en posición, y que comenzara a acariciar su generoso pecho. Empezo a suspirar, casi instantáneamente. Estaba más que caliente. Algo en su cabeza volvio a funcionar como de costumbre, y allí estaba, con el flujo resbalando por sus muslos.

Le hice tomar las pinzas, que tanto le disgustan, y se las puso en los pezones y en los labios de su sexo. Y empezó a acariciarse. Pero hoy tenía otros planes. Tras un mes sin correrse, quería sacar a la zorra completamente. Le hice liberar su coño, y martirizar los pezones. Seguía gimiendo.

"Comienza a darte palmadas en tu sexo"

Y empezó a contar

1, gracias Señor
2, gracias Señor
3, gracias Señor
4, gracias Señor

"más ritmo y más fuerza, no las oigo"

5, gracias Señor
6, gracias Señor
7, gracias Señor
8, gracias Señor

..... 25 gracias señor

"quítate una pinza de un pezón mientras acaricias tu coño, puta"

eso hizo incrementarse el ritmo de sus jadeos. No pasaron 20 segundos y ya estaba a punto.

"Señor, por favor, permítame correrme"

"Ni se te ocurra, zorra. Continúa con las palmadas"

26 gracias señor
27 gracias señor

"Y si quieres correrte, hazlo así, palmada a palmada"

"No podré , Señor"

"Maldita zorra, ¿Es que voy a tener que follarte para que te corras?"

No llego a la 30; alcanzo su orgasmo entre gritos y jadeos, y se derrumbo sobre sus rodillas. Se quitó la pinza que quedaba en su pecho, mientras una leve sonrisa permitía salir un inaudible susurro

"Gracias, Señor"

(Mezcla de dos experiencias reales. La esencia en ambas es la misma. Se permite la licencia ¿verdad? )

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