"Ayer fue un mal día para la imaginación.
El realismo de lo cotidiano impuso su dictadura del tiempo absorviendo todos los ámbitos del día.
En el último instante de la consciencia, cuando mi mente de liberaba de
lo cotidiano y los deseos ocupan el lugar de los deberes, sentí, en mi
mente, que mi piel aún tenia pendientes deliciosas entregas. Un azote
sonó en mi mente y puse en marcha el rito de
sumisión que me encargo."
El
rito persigue que te sientas sumisa en tu interior, como parte de ti.
Algo natural, fluido, y que no comporte obligación ni actos pendientes.
En cualquier momento puede surgir, y saldrá de la propia calma que te
proporciona, de la seguridad de la sensación que percibes, y de la
certeza de lo que comienzas a ser, sin necesidad de prisas o urgencias.
Está en tu mente, y esa a nadie pertenece...salvo
en los momentos en voluntariamente me la entregas.
El rito de sumisión tiene esa doble función, traerte la calma e ir
madurando tu entrega, paso a paso. Aunque llegues a sentir la fiebre en
la piel, el calor en tu interior, esa certidumbre íntima es la que te
hace disfrutar de esa sensción de calma dentro del
huracán.
Siempre hay un instante inesperado que hará que prenda la chispa de la
imaginación; unas piernas que se descruzan, una ropa que se ajusta, un
toque sobre la piel, la visión de un objeto que inspire un deseo oscuro,
unos labios humecidos, una necesidad de un
receso......
Cuando lo reconozcas, agacha la cabeza, piénsate sumisa y entrégate.
Una sola vez ya es una dicha, y a partir de ahí....disfruta por lo que tienes, la guía que te lleva.
Un delicioso balance, sentirte dos veces mía
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