domingo, 15 de junio de 2014

Siete pasos

O cuatro.  Puede que 20. El caso es que son pasos. Seguidos. Algunos placenteros, otros dolorosos. Unos vienen con el estímulo acompañando, otros chocando contra lo que se pensaba inamovible, alguno descubre querencias que asustan, e incluso a veces situan en un lugar que directamente se rechaza....y a la vez se desea; un juego de balance entre deseo y razón en el que hay que encontrar el equilibrio justo para poder ceder a los impulsos, ser arrastrado sin caer en el torbellino que te hunda para siempre jamás. La adrenalina del riesgo, la pasión por lo indebido, por lo ajeno que es propio.

El uniforme de los pasos es un tejudo de piel y calor, elevado por unos tacones nada más para comenzar esos pasos.  Imágenes regaladas, imposibles, unas pinzas que acompañan.

Pasos mojados, privados, interiores, densos, intensos, pertubradores, placenteros, preñados de valor y miedo. Una confianza menor de la que se cree pero suficiente para conocer que se está en buenas manos.

El culo hacia afuera, el pecho generoso colgando, la voz que se templa, jadea, un azote, un grito; sorpresa y más humedad, reacción en le vientre. Más palmadas, en ambas nalgas, voz casi rota, deseo, mucho deseo, suspiros, las pinzas en los pezones, trasmitiendo en cada impacto la punzada que baja directa al sexo, en un círculo caliente e infernal, y más, pide más.

Arqueada, tensa, los ojos se nublan, el tiempo no existe, solo la cuenta, uno tras otro, pasando la decena, y otra más, una pezón liberado, el grito de nuevo, el espasmo, voz ronca, en un ronroneo obsceno, suplicando la orden, que por fin, llega, las dos pinzas fuera y el cuerpo entero que se convulsiona en un murmullo intenso.

Acaba arrodillada, la frente en el suelo, una situación familiar, que le dibuja lu lugar. El ronroneo ronco continúa, y así permenece, vestida como debe, ofrecida.

Un paso más. Y los que vengan.


Un paso más camino del cielo por la ruta del infierno. O al revés. Tanto monta. Y montará

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