Me pone ver que tu primera línea está dedicada a decir lo
que te pone. Y me pone que te ponga una mente inquieta. Que tengas las
neuronas abiertas para que pueda penetrarlas sin necesidad de tocarte.
Unas neuronas activas, curiosas, lascivas y húmedas.
Me pone pensarte excitada mirándote a los ojos, ofreciéndote al destello que brilla detrás de ellos, y que la piel vaya detrás.
Me pone la sencillez que no se niega a si misma.
Me pone como te presentas, y lo que prometes sin decirlo.
Me pones.
Últimamente, ¡qué mal elijo!
Me pone pensarte excitada mirándote a los ojos, ofreciéndote al destello que brilla detrás de ellos, y que la piel vaya detrás.
Me pone la sencillez que no se niega a si misma.
Me pone como te presentas, y lo que prometes sin decirlo.
Me pones.
Últimamente, ¡qué mal elijo!
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