Hay una autodefinida artista fetichista que tiene por costumbre
solicitar amistad sin preguntar, y si tienes a bien afearle su conducta
por escrito, va y te bloquea. Pero hete aquí que si procedes con ella
como ella hace contigo, no tiene empacho en afearte.
Parece una de esas adolescentes eternas salidas de la filosofía del
“porque yo lo valgo”. A mi me parece una insufrible maleducada. Y una
soplapollas de libro.
La verdad es que lo de los fotógrafos patrios (salvo honrosas
excepciones, y de esos ninguno es de nuevo cuño) tiene tela. Pero
siempre hay quien supera cualquier límite. Lo que hay que hacer para
pillar cacho.
Será que una imagen vale más que mil palabras. Y algunos gestos, más que dos mil.
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