martes, 22 de septiembre de 2020

Sé lo que tengo que hacer

 

Sin ninguna duda. Hay coherencia entre lo que cree que deja ver y lo que realmente espera. Entre lo que deliberadamente ofrece y lo que está dispuesta a poner en juego. En cada una de sus frases asoma el dolor de las malas experiencias, los anhelos originales que se van apagando poco a poco, y que asoman tímidamente tras la creciente coraza. E inconsciente dejan al descubierto el pasado que condiciona su presente, y va a recortar su futuro.

Porque lo que espera que haga, que muestre, que ofrezca aquel que se le ponga delante parece sacado de una novela imposible. Y además, aunque ella cree que sí, en modo alguno es capaz de dar cumplida satisfacción a quien posea todo lo que requiere.

Así que si, sé lo que he de hacer para obtener el premio prometido, los besos al vencedor y la corona de laurel. Sin embargo, eso no vale para obtener lo que preveo que posee, más allá y más adentro de lo que dice ser. Lo que realmente estimula mi codicia, mi deseo, mi más retorcido deseo. Pues también sé que lo tiene, aunque ella aún no lo sepa.

Sé lo que tengo que hacer. Y sé que rara vez se valora esa dedicación y ese esfuerzo. Pues son de los que no se ven, y no parecen sacados de esa novela. Aunque quedan muy bien cara a la galería.

Así que, como otras veces, me sentaré a ver cómo llega alguien que sabe lo que tiene que hacer, y provoca de nuevo la flamígera combustión que recortará un poco más el vuelo del que fue un brillante cometa.

No me dará pena. Cada uno es guardián de su propio destino. Las novelas son para leerlas, no para vivirlas. La realidad tiene la terca manía de resultar inmisericorde. Y esta vez, tampoco será diferente. Quizá, algún día, ella aprenda a saber qué es lo que tiene que hacer.

1 comentario: