jueves, 2 de diciembre de 2021

De humedades extrañas (será verdad)

 

La imagen de la primera vez es virtual. Aunque la sensación es indeleble. Probablemente, ahora, tanto tiempo después de aquello, se entremezclen en el recuerdo las sensaciones de ese instante con las posteriores vivencias en las que la realidad física dibujó situaciones similares, conformando una visión que se enriquece de todos y cada uno de esos momentos. El caso es que puedo describir el ambiente de lo que ocurrió en aquella habitación, aquel mes de agosto, a 500 kilómetros de distancia, como si hubiera estado presente. Quizá porque ya comencé a estar presente. Así, veo la figura arrodillada y desnuda sobre la alfombra, escéptica y malencarada, atendiendo demandas que le parecían una estupidez. Aspecto que no dejó de señalar de manera casi impertinente, mientras el enfado parecía ir en aumento.

No recuerdo exactamente cuando notó el "click" en su cabeza. Gradualmente fue entrando en el juego, y la suavidad creciente de su ánimo era patente. Gruñía, pero menos. Cada vez menos, hasta que notó con sorpresa que fluía su excitación, y la situación dejó de parecerle idiota. A su pesar, pues estaba decidida a no dejarse llevar, reconoció que estaba disfrutando. Que notaba cómo algo indescifrable aún para ella la envolvía y le hacía mojarse. Sí, ella, de orgasmos tan difíciles y escasos, estaba mojada, y cada vez más excitada. Incluso empezaba a pensar que sí iba a poder llegar a hasta el final. A pesar de todo lo que le había dicho a aquel extraño, iba a poder, sí.

Y llegó. Derrumbada sobre la alfombra, al lado de la cama, sorprendentemente, llegó. Al final, aquel tipo iba a tener razón, y todo aquello que le decía ver en ella era algo más que palabrería. Un orgasmo, en aquella postura, sin sus juguetes, y sin tener libre la imaginación......sí, había llegado. Era posible, y fue. Aunque lo mejor era todo aquello que estaba por venir si hacía caso de todo lo que le había anunciado. Bueno, veríamos a ver.

Dos años más tarde, estaba de nuevo desnuda y arrodillada, aunque eso era algo habitual para ella. Ahora estaba él alli, mirándola desde atrás, seguro que disfrutando de la blancura de sus muslos, del culo ofrecido y el coño brillante. Porque hace tiempo que con sólo pensar en él la humedad baja por entre sus piernas, sin que pueda evitarlo. Es más, hay periodos en que la tiene todo el día mojada. No gana para bragas.

Hoy no gruñe. Espera, expectante, quieta y nerviosa. Siempre nerviosa, quién se lo iba a decir. Y si encima comienza a pasarle la mano por las nalgas, suave, incitante y pausadamente.....

El primer azote le sacó un grito. O un gritito. El segundo, también. Y el tercero, y el cuarto. El ritmo hacía que el sonido fuera constante, como una letanía que de vez en cuando aumentaba la intensidad para volver a caer, en una cadencia perfecta. Tan perfecta, que no tardó más de dos minutos en correrse. El rumor se convirtio en un rugido sordo que devino en llanto, mientras se anuciaba el siguiente orgamo, pues los azotes no habían cesado. Pues esa era otro de los descubrimientos inesperados para ella a lo largo de esos años, saberse con capacidad para llegar al climax tantas veces como aquel cabrón inmisericorde decidiera que iba a llegar.

No se dio cuenta de cuándo ocurrió. Los azotes habían parado, aunque no sus lágrimas. Lloraba a tumba abierta, liberando una tensión insospechada, que amenzaba con dejarla vacía y sin embargo sentía que la llenaba de vida. Se apoyó en él, que estaba agachado a su lado, acariciando el culo marcado, transmitiéndole esa calma que sólo a su lado podía alcanzar.

Tanto tiempo después, seguía pareciendole extraña esa capacidad que día a día se incrementaba y no parecía tener fin. Aunque ya no gruñe, ni duda ni le parece idiota. No sabe a dónde va a ser capaz de llegar, pero sí sabe que si él lo dice, como las lágrimas y su coño mojado, será verdad.

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