El infierno que nos reúne aquí sí, es personal, no impuesto. Se trata de una elección, y es obligatorio ser consecuente con ella.
Los infiernos sobrevenidos, impuestos o que no fue posible soslayar son otra cosa.
De hecho, el infierno doloroso solo acontece cuando uno no es consciente de sus limitaciones y entra en terrenos que no debe.
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