lunes, 11 de junio de 2012

Lunes de junio en junio

La mañana apenas despunta. El aire es fresco, aunque trae en sus vuelos prendido el calor de la tarde. La luz es tenue aún, lo que hace que la vista no enmascare al resto de los sentidos.

A esta hora explotan los olores....el olor a fresco, a mañana, a heno, a campo, a tierra, a agua, a ramas de álamo cortadas, a paja, a rocío, a calidez por llegar, a calma.

El olor de otro cuerpo, de otra mirada, de otro pelo, de otra piel, de otra boca, del silencio.

El olor inmenso de un momento breve, intenso, único, efímero y eterno.

El olor de lo que es y no volverá a ser y permanecerá para siempre.

El olor a unos ojos de miel, dulces, fragantes, callados, desmayados, vivos.

La luz deshace la oscuridad del gris del camino, mientras un viento calido se va colando entre los jirones de los restos de la noche.

El amanecer se torna en día, inexorable, suave, sin fuerza y el momento mágico parece que cesa.

Mas nunca se acaba, y al acabar mayo vuelve puntual. Aunque yo ya no esté allí, siempre me toma de la mano, y me lleva de paseo, fugaz y evocadoramente.

Como en este lunes de junio en junio.

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