miércoles, 10 de octubre de 2012

Olor a coño intenso

Dos copas de vino, un plato particular, una tarta pecaminosa y una tarde pausada.

Color en la mejillas, rubor a ratos, miradas y roces de piel.

Un lugar con un sillón para tomar un café.

Frente al parque, bajando las escaleras, está nuestro sitio.

Café irlandés (qué tendrá el café irlandes en los lugares apropiados) e intimidad.

De pie, piernas entreabiertas, bragas fuera y falda arriba. Aparece ante mi vista su leve tira de pelo. Le hago aproximarse tirando de ella, mientras noto su embarazo ante el aroma a hembra en celo que nos invade

Miradas furtivas a la escalera mientras permanece ante mi sujetando la falda.

Se arrodilla para preparar y servir el te, que me ofrece con ambas manos, mientras el olor a coño nos envuelve, generándole sensaciones encontradas: bochorno y excitación van de la mano, escoltando a su exquisita obediencia.

Desea mi piel, mis labios, mi boca, pero permanece a la espera.

Tras besarme lenta y voluptuosamente, demorándose en cada gesto, con una sonrisa burlona me pregunta si quiero más. Y sí, quiero más.

Así que de nuevo de pie, falda subida, pero esta vez ofrecéndome el culo. Espléndido, blanco salvo la mano marcada en la nalga izquierda minutos antes. Al inclinarse hacia adelante, emerge de nuevo el olor que ya inunda la estancia. La masturbo lentamente, comienza a gemir, ya no mira a la escalera, tiemblan sus piernas...

Las bragas sobre la mesa y el evidente rastro de su excitación hace que se sonroje cada vez que se acerca alguien.

Y que yo disfrute infinitamente cada instante. Igual que ella.

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