sábado, 6 de julio de 2013

El agua del pozo

Sol.

Calor seco, como sólo lo hace aquí.

Las brasas humean y suena al fondo un saxo incitante,
mezclado con los ecos de los pájaros.

Me acerco al borde del agua,
casi helada,
recien salida del pozo,
desafiando aún al sol que acabará por templarla.

Me quito toda la ropa y me lanzo de golpe,
devorando el contraste entre la tempertura de mi piel
y la del agua.

Salgo, y me pongo de pie,

recreando mi vista en lo que me rodea.

Y siento el poder,
allí,
de ser.

Miro la verja,
las cadenas,
y sonrío.

Algún día disfrutaré de ti aquí.

Naturalmente.

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