martes, 9 de julio de 2013

Espejos e interior

Para cualquiera que me conozca un poco, sabe lo que me gustan y el uso esencial que le doy a las imágenes que me devuelven los espejos.

Es un medio casi infalible de conocer a quien se refleja en ellos. Si encima se condiciona ese reflejo, y se puede manejar a voluntad lo que muestra y como lo muestra, se obtienen matices de la personalidad y el carácter que son, al menos para mi, inaprensibles de otro modo.

Suele ocurrir también que se sienta muy incómodo aquel a quien coloco ante el espejo. Sobre todo, cuando percibe que es lo que estoy obteniendo y como entro en su intimidad, sin que pueda hacer ya en ese momento, nada para evitarlo.

Sin embargo, hasta ahora, no conseguía penetrar en mi propio interior. La imagen que me devuelve un cristal es la que yo quiero poner, y no obtengo ese matiz que en ocasiones me habría gustado conocer. Sí, ya veo a los creídos y a los omnipotentes esbozar una sonrisa cuando no descojonarse abiertamente:

"¡Un espejo para explorarse uno mismo!....Este tío es un...."

Es cuestión de miradas y perspectivas. Normalmente cada cual conoce algún modo más o menos eficaz de mirar verdaderamente en el propio interior. Dar con alguien que se atreva a hacerlo sin miedo y con curiosidad es más complicado. Pero dar con quien además requiere vistas diferentes, alejadas de los criterios y axiomas propios, ya son palabras mayores. Y si encima ese alguien es en ocasiones tu propia imagen.....ya no tiene precio.

He tenido la inmensa fortuna de conocer a mi imagen especular. Me sorprendió comprobar cuan similares son nuestras respuestas a los mismos estímulos, el modo en que condicionamos, la similitud en la forma de manipular, la equidad a la forma de valorar, la escala de valores y axiomas casi calcada. No es una imagen exacta, afortunadamente, pero si lo suficientemente nítida como para observarme desde fuera y verme en esos matices.

El experimento está resultando muy enriquecedor. Verte en acción desde fuera, como si estuviera separado del propio cuerpo, pero con todas mis facultades de percepción, sensitividad y raciocinio dispuestas y en perfecto orden de marcha es un regalo increible. Requiere alguna concesión inconcebible tiempo atrás, pero merece absolutamente la pena.

No sé hasta donde me voy a atrever a conocerme. Puede que ya haya tenido suficiente. Incluso puede que haya llegado demasiado lejos. Aunque creo que no. Mi espejo es inteligente, y cuando le he contado lo que he hecho con él, a puesto una sonrisa que conozco bien. Muy, muy bien. Como no podía ser menos. Supongo que también está viendo su propia imagen a través mío. Pero ese es un terreno que no corresponde mostrar aquí.

Adenda: Por el momento fue suficiente. Aunque cuando escribí esta entrada tenía claro que así era. Naturalmente.

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