jueves, 28 de mayo de 2020

Un adiós

Ahora sí, llegó por fin el esperado momento.

Parece que fue ayer cuando establecí contacto con esa niñata insolente, aparentemente sobrada, y que se quería tan poco a sí misma. Embarcada en una espiral de degradación, flirteando con una relación peligrosa, huyendo hacia delante porque no tenía apoyos ni referencias fiables. Entre todo ese caos, asomaba un carácter fuerte, capacidad, determinación y un valor muy superior al que ella creía tener. Además de otras cualidades que no llegaba siquiera a intuir, y que ahora me guardo para mí.

Parece que fue ayer y han pasado largos años. La he visto asegurarse, valorarse y aprender a quererse. Ya sabe contar hasta diez de vez en cuando (no siempre, es cierto) y va dejando de lado aquello que no le conviene. Seguirá equivocándose, claro que sí, pero el error ya no la arroja al vacío. Y aunque en parte sea mía para siempre, nuestros caminos se separan aquí. Que es lo que estaba escrito, pues a ella aún le sobra el tiempo y a mí comienza ya a faltarme una vida.

Hay adioses que duelen. Otros, matan un poco. Pero este me llena de gozo, dibujándome una luminosa sonrisa en estos días sombríos.  A veces está muy bien que se cumpla sin falta hasta última línea del guión.

Pero mira que eres zorra. Un mordisco eterno en cada pezón, querida.

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